El coronavirus con sus nefastos efectos en la salud y en la economía, ha abierto una brecha en la desigualdad social: entre la pobreza creciente de unos muchos y la riqueza creciente de unos pocos. La desigualdad se palpa tanto en las familias pobres con bajos ingresos, como en la mal llamada clase media, endeudada por el consumo diario, aumentando la brecha de la desigualdad más extrema con los más ricos. El problema es la desigualdad y la distribución de la riqueza, la privatización de los servicios y la precarización del empleo. La superación de la desigualdad social no exige solamente crecimiento económico, sino también, estar acompañado por políticas redistributivas y fiscales de mayor equidad. Para bajar la desigualdad hay que aumentar los sueldos, frenar la temporalidad y precarización de los contratos, mejorar los servicios que aseguren el Estado de bienestar.
Sería bueno un poco de solidaridad, aunque no podemos esperar que los millonarios compartan los frutos de su crecimiento económico gracias a la crisis y a la explotación. La riqueza siempre crece y se queda en los mismos. Las crisis y las penurias de una mayoría favorecen siempre a unas élites económicas. Donde los ricos lo son cada vez más… Una manera de lograr que nuestras sociedades sean más resilientes a crisis futuras es abordar la desigualdad social, entre los miembros de la sociedad que más tienen y los que menos tienen, que los proteja de la pérdida de activos humanos y físicos durante la crisis. Las crisis no puede servir únicamente para hacer más millonarios…
No es ético que una crisis sanitaria no se base ni en la inclusión, ni en la equidad y solo en los beneficios económicos. No es justo que unos laboratorios farmacéuticos se hagan más millonarios con la creación y la distribución de una vacuna. Ni que los fabricantes de mascarillas y de test de antígenos se beneficien de la demanda y de su posible especulación. Ni que la sanidad privada se aproveche de hacer pruebas a precios desmesurados, ante el colapso de la sanidad pública. Todas esas personas y empresas que se han lucrado de una crisis sanitaria y económica, con precios abusivos que les ha hecho más ricos, gracias a la necesidad y a la urgencia, de unos muchos. La incertidumbre, es la que genera la teoría de la especulación, el verdadero motor del neoliberalismo.
Según el último informe «Las desigualdades matan» de Oxfam Intermón: “la riqueza de los diez hombres más ricos del planeta se ha duplicado, mientras que los ingresos del 99% de la humanidad se han deteriorado” en los últimos dos años. La riqueza de estos millonarios acumulan seis veces más riqueza que los 3.100 millones de personas más pobres del mundo juntos”. Y. en el caso particular de España, los 23 principales millonarios españoles han conseguido incrementar su riqueza un 29%, mientras más de un millón de personas han pasado a encontrarse en una situación de carencia material grave. Esto no es sólo una pandemia, es una injusticia.