Yo fui un indigente privilegiado.
Sí, yo fui un indigente, pero debo añadir que fui un indigente privilegiado, respecto a otros que están abandonados en las calles. Aunque, supe lo que fue carecer de lo necesario para vivir, que me faltaran ingresos, no tener empleo, vivir casi dos meses en un coche... Nadie está preparado para perder la estabilidad, para caer en un pozo que cada vez es más difícil salir. Todo eso no lo tenía previsto en mi agenda profesional, ni personal. Cuando ves a indigentes que vagabundean por las calles, deberíamos hacernos preguntas acerca de las circunstancias que desencadenaron que estas personas tengan esta forma de vida. Personas que vemos en las calles, al lado de los cajeros, durmiendo en la calle, pasando frío y calor, sin aceptar los centros municipales de acogida o albergues. Hombres y mujeres vulnerables, desamparados, a veces temidos y casi siempre repudiados. Personas de mirada perdida, llenas de desolación, solas…