Subvertir la democracia entre todos.

Subvertir es según la RAE: «Trastornar o alterar algo, especialmente el orden establecido» Siempre había entendido que la subversión era una cosa propia de movimientos que pretendían la caída de un régimen político y su sustitución por otro por la vía del hecho y no del derecho. Me preocupa comprobar que el concepto de democracia, después de alcanzar un reconocimiento de derechos y libertades, está en una fase de erosión de su legitimidad y funcionamiento; poniendo en evidencia sus carencias y poniendo en manos de la ultraderecha, un sistema en el que no creen.  

La poca participación ciudadana, la irresponsabilidad de los políticos y los nulos mecanismos de control y transparencia hacen que la democracia se ponga duda para resolver los problemas de los ciudadanos y ciudadanas. Y, cuando los políticos no saben hacer su trabajo, cuando ganar las elecciones no les autoriza a gobernar sino a redefinir las pautas para ejercer ese gobierno. Cuando con su insensatez, queriendo o sin querer atacan a un sistema democrático desde un poder entregado y legitimado por la propia democracia. Y, eso algunos lo utilizan para poner en duda la democracia.

La democracia debe tener unos procedimientos y garantías que hay que respetar, porque sino podemos caer en el peligro de subvertir el sentido de la democracia entre todos y pensar que todo es una farsa. José Saramago en su libro Ensayo sobre la lucidez, planteó que el 83% de los electores vota en blanco en unas elecciones municipales. Cuando los políticos han dejado de servirnos, ¿cuál es la solución? dejarles de votar. Si aceptamos esta posibilidad en unas elecciones, que la mayoría votarán en blanco o se abstuvieran ¿Tendrían legitimidad sus resultados? Si la gente piensa que votar no sirve para nada, se convierte en un ejercicio formal que al final acaba con la democracia.

Es curioso, que la democracia se reivindica para luchar contra los  movimientos dictatoriales y autoritarios en muchos países, pero cuando se obtiene, cuando se alcanza, muchos populistas empiezan a expandir la idea de la incapacidad de las democracias para resolver los problemas. Quizás la democracia esté en un punto de bloqueo, en que la democracia representativa, de quitar y poner gobiernos con nuestros votos, no sirva para derribar el poder económico y financiero de esta sociedad. Y, todo siga igual. 

La democracia no está garantizada, sin nuestros votos. Y, nuestros votos son los que tienen que acabar con la visión apocalíptica que tienen algunos de la democracia. El retroceso democrático comienza en no creer en la política, en las urnas, cuando los ciudadanos y ciudadanas deciden no votar. Nosotros somos los culpables de quien escogemos con nuestros votos y que nuestra clase política pueda subvertir la democracia por su inacción, irresponsabilidad o simplemente por su incompetencia. En nuestra crítica está luchar contra los que quieren controlar nuestro presente y futuro, basado en los valores de libertad e igualdad. 

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