La transculturización del consumo.

La transculturización es un fenómeno de la globalización, es cuando un grupo social recibe y adopta las formas culturales que provienen de otro grupo. Se ha convertido en moda, adoptar fiestas foráneas como Halloween, el Black Friday, Papa Noel… El consumo es el motor del sistema económico capitalista, nos pone al alcance de las personas todo tipo de productos y bienes desde lo más básico hasta lo más superfluo. Todas fiestas del consumo. El consumo no es bueno ni malo, porque todos necesitamos  alimentos, prendas de vestir, complementos para nuestra casa… Pero, cuando el consumo se extiende más allá de lo que se necesita, podemos decir que es excesivo. 

La globalización es buena, es la cara amable de la integración, de la comunicación entre países y ciudadanos, es intercambio cultural y lingüístico , desaparición de fronteras, beneficios para las empresas. También, es vulneración de derechos de los más pobres y perder parte de la identidad nacional. Pero, eso a la sociedad capitalista, a las multinacionales no les importa, porque su único objetivo es vender y tener beneficios. Por eso, nos «acostumbramos» a esas fiestas o acciones comerciales que nos vende la publicidad. Con el tiempo, asumiremos como propias el Día de Acción de Gracias de Estados Unidos, el Año Nuevo chino, la Oktoberfest, fiesta de la cerveza de Munich, el día de San Patricio de Irlanda o el Cyber Monday… Fiestas importadas y compartidas por una transculturización, donde solo importa el consumo.

Sin darnos cuenta, nos acostumbramos a ciertas fiestas, que las sentimos ya como tradicionales, estoy pensando por ejemplo, en el día de San Valentín como día de los enamorados, Hallowween  o la figura de Papá Noel. Hoy día del Black Friday, es el ejemplo de algo artificial que se convierte en algo normal, esperado y hasta deseado. Donde copiando la costumbre americana de adelantar las compras navideñas con significativas rebajas, después del Día de Acción de Gracias, se convierte en un ejemplo de adquirir, gastar o consumir bienes, que no siempre son necesarios.

Es triste, que se inventen un día, que ahora supone una semana de venta y un mes de machacante publicidad, con el único objetivo de consumir, de acumular bienes, de justificar el consumismo. El modelo de bienestar de la sociedad actual se basa en poseer, en comprar la televisión más grande, el ordenador más potente y el teléfono inteligente con más prestaciones. No importa la crisis, ni siquiera que todo lo que se compra hay que pagarlo. Parece que el único objetivo de la vida es tener muchas cosas y si puede ser mejores que las de tu vecino, amigo o familiar. Una actividad inmoderada que beneficia a las grandes empresas de la fabricación, distribución y también de la financiación. Porque muchos de ellos y de ellas, tienen que caer en las entidades bancarias y financieras, porque no tienen dinero para comprarlo, lo cual supone un endeudamiento de las familias. 

Nos han enseñado a comprar lo que no necesitamos, a necesitar cosas que no son básicas, a pensar que comprar nos va a hacer más felices, a la competencia comercial, a que comprar supone un alto nivel de desarrollo socioeconómico y que contribuirá a hacer nuestras vidas mucho mejores y más felices. Pero, no olvidemos que hay dos tipos de personas: las que pueden comprar cualquier cosa que quieran y millones de pobres, incluso en países desarrollados, que no pueden participar en la sociedad de consumo. Eso es la transculturización del consumo…

Esta entrada tiene un comentario

  1. Andrés Marco Lou

    No solo importa el consumismo, sino también el balance ecológico del Black Friday. Un día como hoy, se multiplica la entrega de paquetes y productos adquiridos a través de Internet, lo que supone un plus extra de emisiones de gases de efecto invernadero producidos por el transporte, además del cartón y plásticos utilizados para su embalaje. Además, del movimiento de personas a centros comerciales y grandes almacenes para realizar sus compras, muchos de ellos utilizando transporte privado. Un Black Friday es saltarse por parte de las empresas y de consumidores unas prácticas sostenibles que garanticen el equilibrio del medio ambiente.

    Un exceso de consumismo, que ayuda muy poco a la economía de los pequeños y medianos comerciantes, favoreciendo a las grandes empresas del comercio electrónico, grandes cadenas, centros comerciales y grandes almacenes. Generando empleo basura, con contratos de horas o días que sirven para maquillar la tasa de paro, pero creando más precariedad y pobreza.

    El Black Friday es manipulación, jugar con el impulso, promover el deseo, jugar con la euforia y el contagio generalizado, ofrecernos chollos que al final no lo son tanto. Es decirnos, cuando y lo que tenemos que comprar. Es utilizarnos, para que unos pocos ganen mucho dinero. Es fomentar el uso de tarjetas para el pago, incentivar que se gaste el dinero que no se tiene.

    Ante el objetivo de comprar barato, sugiero no comprar. Huir del despilfarro y la compra por impulso, de fechas consumistas: Reyes, Navidad, Black Friday, Ciber Monday, San Valentín, días del Padre y de la Madre, rebajas… Hemos de comprar, cuando se necesita, no cuando nos obligan de una forma sutil a hacerlo. No caer en la trampa del modelo capitalista, que nos hace creer que la felicidad está asociada a la compra y al consumo de bienes. Seamos inteligentes, antepongamos la responsabilidad a la oferta, el criterio a la corriente consumista, cambiar nuestras prácticas de consumo, intentando lograr un consumo responsable…

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