Competencia libre o desleal.

En una sociedad donde se lucha por incrementar la cuota de mercado, cuando el último objetivo es el beneficio y la competencia es el motor del capitalismo. Donde las prácticas depredadoras reconocibles en el mercado van desde el sector inmobiliario, el sector del comercio, el sector de productos financieros, pasando por una lista interminable de casos que nos rodean a diario ofreciéndonos una carta de normalidad.

La lucha feroz por el pastel generado por la sociedad se convierte en una lucha sin reglas, donde el individualismo, la especulación, la corrupción y el dinero como valor máximo al que debemos perseguir y adorar se convierten en el motor de la sociedad. Los taxistas de Madrid y Barcelona con la huelga de estos días quieren ir en contra de una competencia, que la denominan desleal, una lucha contra unos nuevos modelos de negocio como Uber y Cabify.

El sector del taxi en nuestro país es un sistema proteccionista y depende del número de licencias que emiten los ayuntamientos, unos precios pactados entre ayuntamientos y taxistas, y que no habían tenido libre competencia hasta la aparición de los VTC, que ofrecen una nueva tecnología y nuevos modelos de negocio para adaptarse a las necesidades de los usuario precios que fluctúan en función del número de personas, los vehículos disponibles en la zona, y que son más baratos para el usuario.

La huelga de taxistas denota que el mundo está cambiando, creando nuevos modelos de negocio para adaptarse a las necesidades de los usuarios y la obligación de liberizar un sector por tener mucha más demanda. El sector del taxi reivindica que no puede mantener un «servicio de calidad» y preservar las tarifas reguladas para tener un empleo «digno». Pero, las empresas de VTC ofrecen un servicio basado en la tecnología, ofreciendo rapidez, un buen servicio y más barato.

Estamos en la disyuntiva de la defensa del taxi como un servicio público básico y necesario para complementar otros servicios como el autobús, el metro o el tren. O por el contrario permitir la libre competencia y que las empresas VTC obliguen a la desregulación de los precios de las carreras y entregar el sector a las multinacionales, que no tienen vehículos en propiedad, ni tienen plantilla, ni pagan sus impuestos en España.

Quizás debamos rendirnos a la realidad de otros sectores como el comercio tradicional frente a las grandes superficies, la venta retail frente a la venta online o los periódicos tradicionales frente a los digitales. El mundo cambia y la competencia existe en todos los sectores, eso ha provocado cambios, reestructuración de sectores, personas al paro, precarización de los contratos, bajadas de sueldos, quizás más oferta para los consumidores y más beneficios para las multinacionales. La lucha del taxi de poco servirá en una sociedad donde prima la libre competencia…

Esta entrada tiene un comentario

  1. Andrés Marco Lou

    Desde el punto de vista del consumidor, buscamos el mejor servicio y la bajada de precios en cualquier servicio. Al final nos da igual que el servicio nos lo preste un vehículo VTC o un taxi. Pero, desde la perspectiva de ciudadano me planteo que: Uber y Cabify pueden mejorar el servicio y bajar los precios, basados en una iniciativa tecnológica e innovadora, pero sin tener que pagar automóviles, ni combustible, ni seguros sociales; únicamente siendo intermediarios a través de un app, llevándose un porcentaje, fijando precios y condiciones del servicio.

    Este tipo de empresas, ofrecen productos o servicios más asequibles hasta que consiguen expulsar del mercado a sus competidores. Una vez que lo logran, las cosas cambian. Cuando alcancen el control sobre la competencia, no tendrán que mejorar los servicios ni pensar en los precios. Su objetivo es convertir un negocio de precios bajos en uno altamente rentable. Ha pasado en negocios de venta por internet, en compañías aéreas de low-cost y ahora en el sector de la movilidad.

    El objetivo es reconducir un sector, hasta ahora regulado, por unas normas de unas empresas que quieren dominar el mercado y que pagan impuestos, si los pagan, en los lugares del mundo que eligen. Mientras que los taxistas, unos trabajadores autónomos, que pagan sus impuestos en España, parecen los enemigos de los consumidores. La reestructuración del sector del taxi es muy similar a la que ha acontecido en otros ámbitos del mercado, donde han aparecido nuevos modelos de negocio ligados a la precariedad y a la baja remuneración a sus empleados. Haciendo ver a los consumidores las ventajas de la competencia que nos reporta mejor servicio y precio, donde al final solo ganan unas pocas grandes empresas.

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