Jugar con las emociones y el dolor.

Desde el 27 de abril, en que las pequeñas Anna y Olivia, desaparecieron en Tenerife, se comenzó a jugar con las emociones y el dolor. He escrito repetidamente, a lo largo de los años en este blog, que el dolor como espectáculo vende, de traficar con el dolor ajeno, del morbo, sensacionalismo y falta de respeto. En definitiva, el sensacionalismo de las noticias, Para mostrar mi repulsa de querer informar jugando con las emociones y el dolor de las personas, con la peor de las hipótesis que se ha vuelto realidad, con la aparición del cadáver de Olivia. Demasiados días viendo fotografías en las televisiones, diarios y redes sociales. Todos los informativos especulando con las emociones y un futuro incierto. Que la madre de las niñas compartiera por las redes sociales mensajes, su emotiva carta en la que compartía sus sentimientos tras la pérdida de las pequeñas y pidiendo un endurecimiento de la ley para los casos de violencia vicaria. ¿Hace falta todo esto? ¿Todos haríamos lo mismo? No se debería utilizar los medios de comunicación y las redes sociales para ganar publicidad, likes y audiencia, con la desaparición de dos niñas y el dolor de su madre. Se está haciendo publicidad del dolor.

Es lamentable que la desaparición de Anna y Olivia, la del niño Gabriel Cruz, asesinado por la expareja del padre o del pequeño Julen que cayó en un pozo, todas estos sucesos coinciden en jugar con el dolor y las emociones de un país. Pero, además la imagen de estos menores se utiliza en los medios de comunicación, medios digitales o redes sociales para vender dolor. Mi repulsa es a esta violencia vicaria, a este hecho inhumano, a la banalización y frivolización del sufrimiento de la violencia machista. Esta sociedad necesita un cambio, no se puede aceptar en una sociedad civilizada el maltrato a las mujeres y el terrorismo machista. Algo está fallando en esos valores tradicionales que transmitimos en nuestra sociedad, donde se normaliza la violencia contra las mujeres. Porque las mujeres no son objetos, ni propiedad del hombre. Todos somos cómplices de esta violencia machista, sobran las palabras y hace falta cambiar, para remediar esta injusticia. Solo queda condenar el machismo y luchar a favor de la igualdad.

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