La revista Forbes acaba de publicar su lista anual de los más ricos de mundo, para formar parte de esta lista, uno de los requisitos es contar con una fortuna de al menos mil millones de dolares. En esta 29ª edición, los más ricos del planeta siguen aumentando, cifrando un total de 1.826 multimillonarios su lista de 2015.
El dinero es una herramienta de la convivencia humana y es bueno en la medida que la facilita, por el dinero se trabaja,se explota, se extorsiona, se engaña, se vende la propia dignidad, se invaden países, se maltrata y asesina. Es tanto su poder que puede hacer cambiar votos, principios, valores, incluso la capacidad de pensar y de querer. Pero, ¿es ético tener tanto dinero?
La pobreza no puede ser erradicada sin que se abarquen las profundas desigualdades, sin que todos tengan derecho a un trabajo que les permita vivir, porque la responsabilidad de la pobreza de la humanidad es de todos y debe ser combatida entre todos, mientras los miembros de la lista Forbes están orgullosos de sus fortunas multimillonarias, en nuestro mundo, 1.400 millones de personas viven en lo que se llama pobreza extrema, viven con menos de 1,25 dólares al día. Un mundo en el que el 1% de los habitantes, 81 millones de personas, disponen de la misma renta que las 3.500 millones más pobres
Y, no hablo de esos pobres producto de la crisis que tienen un piso, un coche, una televisión de pantalla plana, un ordenador y un smartphone conectado a Internet, me refiero a la profunda desigualdad entre ricos y pobres, me refiero a todas esas soluciones que no son soluciones, son acciones para limpiar las conciencias, pero sin embargo los ricos lo son cada vez más y los pobres se conforman con la resignación.
Hay que combatir la desigualdad, desde los gobiernos de los países frenando la evasión y la elusión fiscal de las grandes empresas y fortunas, distribuyendo el esfuerzo fiscal de forma equitativa y justa, fijando un salario mínimo digno para todos, logrando la igualdad salarial entre sexos, invirtiendo en educación y sanidad gratuita, garantizando sistemas de protección social para los más necesitados.
Pero, también podemos luchar contra la desigualdad, desde nuestra decisión en escoger a los que escogemos con nuestro voto y con nuestra actitud consumista favoreciendo el comercio justo. Nuestro boicot debe ser a esas multinacionales que comercializan productos basados en la explotación infantil y de adultos en la producción. en el pago de bajos precios a los productores y que su objetivo empresarial sigue obviando que sus beneficios son conseguidos a costa de la explotación de las personas.