Hablar de desafecto hacia la política, es hablar de indiferencia, de hartazgo, de desilusión hacia los políticos. El Rey Felipe VI, ha constatado en su ronda de consultas con los partidos políticos, de ayer y hoy, que no existe un candidato con los apoyos necesarios para ser investido presidente del Gobierno. Como consecuencia el próximo lunes 23, tras la firma del decreto de disolución de las Cortes nos conducirá a unas nuevas elecciones para el próximo 10 de noviembre. La decisión de no designar candidato por parte del Jefe del Estado, por no llegar a un acuerdo no solo nos aboca a unas elecciones, sino a la constatación de un fracaso y a la sensación generalizada de cabreo y de desafección hacía los políticos y por ende hacía la política en general.
La desafección con los políticos se produce cuando se pierde la confianza, cuando compruebas que hay una falta de responsabilidad, cuando hay una falta de virtudes y de principios, cuando te cansas del engaño y de la demagogia. Cuando los egos y los prejuicios hacen olvidar los problemas reales de una sociedad y buscan todas las tretas posibles para conseguir un voto en su propio beneficio. Donde solo se pretende contaminar y enfrentar con resentimientos mezquinos, no para votar por unas ideas sino por votar a la contra de lo que sea: la izquierda contra la izquierda, la izquierda contra la derecha. Solo valen los egoísmos, las cuestiones y ambiciones personales, relegando lo importante y olvidando el bien general social y económico, en función de la diferente perspectiva ideológica de cada uno.
Desde el 28-A nadie ha tenido la responsabilidad de llegar a un acuerdo, no es cuestión de señalar a los culpables, porque lo son todos. El PSOE por no querer un gobierno de coalición con Unidas Podemos, quizás por miedo al tema catalán. Unidas Podemos por una falta de experiencia política y por un exceso de contradicciones. Y, la posición del PP y el partido Ciudadanos, por mantener un bloqueo absoluto, sin querer facilitar una abstención técnica para facilitar la investidura de Pedro Sánchez. Hasta el último momento se quiso mantener la esperanza, incluso con la propuesta del partido Ciudadanos que ofreció la abstención si Pedro Sánchez se comprometía a defender la Constitución en Navarra, para lo que pedía romper la coalición con formaciones nacionalistas; estudiar la «eventualidad» de aplicar el 155 en Cataluña y adoptar políticas económicas que evitarán subidas fiscales. Una maniobra a la desesperada por parte de Albert Rivera, después de su bloqueo total durante todos estos meses, quizás por miedo a perder demasiados votos en las próximas elecciones.
Nadie ha pedido perdón por perder la posibilidad de formar un gobierno, ni por tener que convocar unas nuevas elecciones. Todos dicen que son culpables los demás, pero nadie ha pensado que la culpa es de cada uno y de todos a la vez del desafecto ciudadano. Deberían plantearse dejar su cargo por incompetentes. Porque ninguno de los cuatro lideres del PSOE, Unidas Podemos, Partido Popular y Ciudadanos son dignos de presentarse a unas nuevas elecciones, lo han demostrado con su inacción, su falta de entendimiento y responsabilidad. Solo nos queda la opción de castigarles con votar a otro partido o con la muestra del mayor desafecto que es la abstención…