La improvisación no es un signo de incompetencia, es la capacidad que tenemos las personas para adaptarnos al cambio, para la resolución de problemas en determinadas circunstancias, porque muchas veces son impredecibles y no tenemos la posibilidad de planificarlas. Muchas veces, hace falta análisis y anticipación, sino queremos reaccionar tarde. En definitiva, es la capacidad que tenemos para resistirnos o adaptarnos al cambio. Lo que implica que se pueden cometer errores, por no tomar medidas o cometer también errores, por tomarlos de forma improvisada.
La improvisación política se ha convertido en una nueva forma de acción de gobierno, se recurre a improvisar como recurso con el que afrontar situaciones imprevistas o sobrevenidas, haciendo cosas imprevistas o sin que el entorno lo espere. Muchas veces la improvisación denota falta de confianza y convicción en las propias ideas y forma de actuar, aparte de transmitir indecisión y por lo tanto desconfianza por parte de los ciudadanos. A los políticos los escogemos, entre otras cosas, para que tomen decisiones, para que gobiernen y queremos que sus decisiones sean predecibles, porque la valía de los políticos se demuestra en la adversidad y no en los tiempos de prosperidad.
La crisis sanitaria y económica del Covid-19, está poniendo a examen a los respectivos gobiernos pusilánimes del mundo, teniendo que tomar propuestas y decisiones para que no se agraven y aumenten las consecuencias de esta pandemia, tanto a nivel sanitario como económico. Este es el caso del gobierno de Pedro Sánchez, cuando decidió ayer parar la economía de España, para reducir la movilidad y tener el confinamiento como única solución para atajar la expansión del coronavirus. Quizás algunos pensarán que han actuado temerariamente, de forma improvisada y sin pensar en las consecuencias económicas para el futuro.
Los empresarios están en contra de esta medida, la oposición salvo modificación del contenido, no darán su apoyo a las últimas medidas gubernamentales, nos vemos abocados a la desunión política, quizás por falta de dialogo y también de improvisación. Un gobernante siempre tiene la contradicción de actuar cuándo debe o no debe tomar una decisión, Pedro Sánchez ha priorizado en pensar antes en las personas, que en la economía. Antes en la salud de las personas, que en las posibles consecuencias de una economía en estado de hibernación para evitar el colapso del sistema sanitario en España. El tiempo le dará o le quitará la razón.
Las patronales CEOE y Cepyme, junto a la oposición neoliberal rechazan la hibernación de la economía para contener la pandemia. Afirman que elevará el desempleo, pondrá en riesgo a las empresas, a los autónomos y en definitiva impedirá la posterior recuperación económica. El coronavirus se está politizando, entramos en una guerra que prioriza más cargarse a este gobierno que en solucionar esta crisis sanitaria y después económica. Nadie puede pensar que es más importante la economía, que la salud de las personas.
Hemos de aprender de la crisis de 2008, en que se priorizó la dependencia de todos los gobiernos con respecto a los intereses de las instituciones financieras, con políticas de austeridad para las clases más populares. Se pensó antes en los Estados que en las personas, generando empobrecimiento, aumento de la desigualdad, pérdida de derechos laborales, desafección hacia el sistema político y económico. En todas las crisis debe haber medidas duras e igualitarias a la vez, porque no todas las clases sociales son golpeadas con la misma fuerza. Pero, no se pensó en los pobres.
Esta crisis sanitaria está afectando tanto ricos como a pobres, pero la crisis económica la pagaremos los pobres, El neoliberalismo se basa en la desigualdad social, en que las personas compitan por conseguir bienes. Un capitalismo basado en la globalización, donde se tiene la empresa en España, se fabrica en China, se pagan impuestos en Luxemburgo y se vende donde se puede. Donde no importa ni la precariedad, ni las condiciones de los trabajadores, solo importa la rentabilidad.
Ante ese tipo de capitalismo tampoco social, me preocupa que las organizaciones empresariales critiquen el parar la economía y amenazarnos con el cierre de empresas por la disminución de sus beneficios. Y, no les preocupe que esta epidemia está matando a personas y colapsando el sistema sanitario. Aunque el gobierno de Pedro Sánchez reaccione tarde, se equivoque y peque de improvisación, tiene mi apoyo de poner por delante la salud de las personas.