Comienza el proceso de independencia para algunos. El Parlament de Catalunya ha aprobado hoy lunes, por 72 votos frente a 63, la propuesta de resolución de Junts pel Sí y la CUP, que llama a obedecer solo las leyes que emanen del Parlament y que demanda al Govern de la Generalitat a iniciar el proceso de independencia y construir una república catalana. Es decir, se llama a la desobediencia a las “instituciones del Estado español”, especialmente al Tribunal Constitucional, del que se dice que está “deslegitimado” tras la sentencia del Estatut de 2.010. La resolución afirma que en el plazo máximo de 30 días se iniciará la tramitación de las leyes que hagan factible ese proceso.
¿Y, ahora qué pasará? ¿Cuál será la respuesta del gobierno español? ¿Qué medidas se tomarán? El presidente del gobierno español Mariano Rajoy ha anunciado posteriormente a la votación del Parlament, el recurso al Tribunal Constitucional diciendo que: «Utilizaremos solo el Estado de derecho, pero todo el Estado de derecho, solo la ley, pero toda la ley, solo la democracia, pero toda la fuerza de la democracia».
Las leyes están para cumplirse, pero también para poderlas cambiar, si hay voluntad política. Se ha querido que un problema político lo solucione el Constitucional, desde la sentencia del Estatut de 2.010 hasta ahora y los problemas políticos se hubieran tenido que resolver con política, con diálogo. Pero, ahora ya es tarde, solo queda meter presión al gobierno en funciones de la Generalitat, a la presidenta del Parlament Carme Forcadell y a cualquier cargo que no obedezca la ley española y como último recurso la aplicación del artículo 155 de la Constitución. Estamos en un escenario de sordos y de enfrentamientos que no llevan a nada, a despertar sentimientos profundos y encontrados entre los ciudadanos de España y de Catalunya. Pero, no olvidemos que los dirigentes políticos de uno y otro lado son los únicos responsables de la degradación de dicha relación y la falta de negociación y consenso.
Yo que no soy partidario de tantas naciones y de tantas banderas, que creo en la libertad de las personas, en su igualdad, en la justicia social, en la solidaridad entre personas y pueblos, en el respeto a los derechos de las personas y la igualdad jurídica. En definitiva, en una sociedad en que las mayorías sociales definan un modelo social progresista y una sociedad más justa para todos. Me cuesta aceptar que a los españoles, les preocupe si los catalanes se autodeterminen o no y me cuesta comprender que los catalanes puedan creer que el paraiso está en la independencia de España.
Me da igual una España sin Catalunya y una Catalunya sin España. Porque la república catalana va en contra de la soberanía nacional, que reside en el “pueblo español”, tal como indica la Constitución y el Parlament de Catalunya ha aprobado la desobediencia a las instituciones y a obedecer únicamente a las leyes que emanen del Parlament. Que unos hablan de una ley y los otros de otra ley, que unos defienden el español otros el catalán; unos defienden la bandera roja y gualda y otros la estelada; unos por el 12 de octubre y otros por la Diada del 11 de septiembre… Pero, también muchas cosas que les une: la corrupción, los recortes, la privatización y las mentiras.
Me da igual no tener trabajo, cobrar un sueldo insuficente, sufrir recortes, que me desahucie Bankia o la Caixa. Me dará igual vivir en España o Catalunya, si mi situación personal y la de quien me rodea son igual; me dará lo mismo ser español o catalán si mis políticos no conocen la honestidad y la honradez, porque la corrupción es la misma en los dos sitios. No puedo sentirme orgulloso de ser español o catalán con una tasa de casi el 22% de parados y un 47% de parados menores de 25 años, con una tasa de personas en riesgo de pobreza o exclusión social que representa casi el 30% de la población. ¿Es diferente ser pobre en España o en Catalunya?
La independencia de Catalunya me da igual, no me va nada en ello. Pero, tampoco en la unidad de España. Ni siquiera en un proceso constituyente en el que se apueste por una propuesta federal. Soy demócrata y creo en que el pueblo decida, porque eso es la democracia, nadie debe asustarse, los ciudadanos son los que deben poner a los políticos en su sitio y escoger lo que realmente deseen. Por eso estoy por la defensa del derecho a decidir, porque nunca puede ser un problema que la gente vote, por erradicar la corrupción y que los políticos gobiernen, pero no se prostituyan en nombre de ningún país.