Hacer las cosas de la mejor manera posible, tiene que ser la primera obligación de cualquier persona y por supuesto de cualquier gobierno. Todos nos equivocamos, hay una expresión latina que dice: «errare humanum est, sed perseverare diabolicum»; que traducida literalmente significa: «errar es humano, pero perseverar (en el error) es diabólico.» Hay que aceptar los errores, y aprender de ellos para evitar que se repitan, pero cuando los errores son fruto de la improvisación y de la mala comunicación dejan de ser esporádicos y se repiten constantemente, lo cual puede ser sino diabólico si preocupante. Los errores están para aprender de ellos, para rectificar si se puede y para no volverlos a cometer.
A todos nos gusta criticar, dar nuestra opinión de las cosas, la crítica a los demás es un deporte que tiene mucho éxito entre todos nosotros. Algunas veces aprendemos de los errores ajenos y otras veces criticamos simplemente porque no nos gusta. Puede ser una critica constructiva, pero también puede ser destructiva. Porque a muchas personas les gusta aprovechar la mínima ocasión para descuartizar al de enfrente. Los errores pueden ser intencionados o involuntarios, pero tienen las mismas consecuencias, son equivocaciones.
El gobierno de Pedro Sánchez comete demasiados errores: de elaboración de estrategia, de gestión, de improvisación y de falta de comunicación. Tienen una papeleta complicada, gestionar una crisis sanitaria y la derivación en una crisis económica. Pero, la comunicación es decisiva para convencer de que las propuestas son las más adecuadas y es fundamental para conseguir credibilidad. Cuando alguien habla en nombre de un gobierno o de una institución, no puede existir ni la improvisación ni la falta de ideas, la comunicación es esencial. Se debe actuar con transparencia y sinceridad porque las personas que le escuchan son afectados por la consecuencia de la crisis y se merecen una explicación plausible y sincera.
Se pueden equivocar en los tiempos de reacción, en la compra de mascarillas y respiradores, en el tiempo de confinamiento, en las medidas económicas, pero si meten la pata con las salida de los niños del confinamiento, parece que la sociedad lo percibe con una sensibilidad diferente. No estamos hablando solo de que los niños puedan salir a la calle, la sociedad se juega que pueda haber un repunte. No se puede crear incertidumbre, hay que hacer las cosas con sentido común, el gobierno debe dar mensajes responsables, meditados, elaborados, contundentes con intención de no dejar ningún resquicio a la duda. Las cosas no pueden ser: bueno si, pero…
El ministro de Sanidad, Salvador Illa, ha anunciado que desde este domingo 26 de abril, los niños podrán dar paseos con sus padres.Tras el anuncio realizado esta mañana por la portavoz del Ejecutivo, María Jesús Montero, después de la reunión del Consejo de Ministros, en que los menores de 14 años pueden acompañar a un adulto en las actividades que «ya estaban permitidas por el decreto del estado de alarma», esto es, ir al supermercado, a la farmacia o al banco, pero no dar paseos aunque fueran cortos. Donde el gobierno ha tenido que rectificar, donde los niños podrán salir a dar paseos con sus padres, también podrán acompañarlos al supermercado, la farmacia o el banco, como se anunció al principio.
El error es la improvisación a la hora de comunicar una medida cuya guía no está aún concluida, no se puede hablar de que el domingo podrán salir a los niños a la calle y no conocer apenas detalles, así hacer las cosas de la mejor manera posible es imposible y ganarse todas las criticas de todo el mundo. Antes que rectificar es mejor pensar antes lo que se va a hacer y decir, así el gobierno se evitaría poner en tan mal lugar su imagen y la posibilidad de una próxima reelección.
No es lo mismo un niño o niña que tiene en su casa un jardín, que el tiene una ventana o el que vive en un piso interior; no es lo mismo vivir en un piso que en un chalet; no es lo mismo que tengas acceso a Internet que no lo tengas; no es lo mismo que tengas de todo en tu despensa y nevera a que no tengas nada; no es lo mismo el niño o niña que vive en una familia estructurada o desestructorada; no es lo mismo un niño o niña en una ciudad que en un entorno rural. Depende, además, de las diferentes capacidades y necesidades, de sus posibles trastornos emocionales y psicosociales, de la necesidad de los niños y niñas de salir de dicho confinamiento.
Hay tantas variantes, condicionantes y excepciones que hay que tener en cuenta que no es fácil tomar una decisión que contente a todo el mundo. Incluso si la salida se permite a los menores de 14 años acompañados por sus padres, queda la duda de si es justo dejar en casa a los adolescentes menores de 18 años, sin que puedan salir de casa, porque no son ni niños ni adultos.
Es el gobierno el responsable de marcar unas normas de obligado cumplimiento, son los expertos los que tienen que valorar si es necesario dejar salir a los niños a la calle, y también los riesgos que podemos correr como sociedad que no conocemos realmente el número de contagiados reales, el número de asintomáticos y las consecuencias de comenzar un desescalamiento.
Independientemente de las normas, yo lo valoro desde el punto de vista de responsabilidad y de sentido común. Yo no puedo sacar a mis hijos como si fuera una mascota con correa, los niños necesitan salir a la calle para correr, para tirarse al suelo, para ensuciarse, para tocar todo, para jugar y socializarse con otros niños y niñas, no puedo pretender según ciertas edades que me den la mano y se conformen con dar un paseo.
No sé si la necesidad es de salir los niños y niñas o por lo contrario la necesidad de los padres de no tenerlos en casa y poder salir ellos. La población española lleva confinada más de un mes, desde el pasado 14 de marzo cuando se decretó el estado de alarma, prorrogándose hasta 9 de mayo, para preservar la salud de todos. El domingo 26 de abril podrán salir los niños y niñas a la calle, por encima de todas las normas del gobierno estará la responsabilidad de los padres y madres…