La falta de comunicación es un problema en las relaciones entre las personas y por supuesto, también en la política. Hablar y voluntad para entenderse, es imprescindible para intentar llegar a un acuerdo. Si hay problemas de comunicación, si falta el intercambio de frases y palabras que son la clave de las relaciones interpersonales, si no tenemos la oportunidad de escuchar es imposible llegar a ningún acuerdo. Porque, hablando se entiende la gente.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el de la Generalitat, Quim Torra, se reunieron ayer lunes en el Palacio de la Moncloa, cuando se lleva siete años sin reunirse el Gobierno y la Generalitat. Lo que supone siete años sin relaciones, sin preparar un orden del día, sin fijar un calendario, sin establecer una prioridad en los temas más conflictivos. Una forma de participación y colaboración entre la Generalitat y el Gobierno para el intercambio de información y el establecimiento de mecanismos en los asuntos de interés común.
La comunicación solo puede existir si hay reuniones, se habla y hay interés de llegar a acuerdos. Aunque la autodeterminación no sea un tema en que se acerquen posturas, lo importante es no cerrarse a ningún tema y abrirse a todas las propuestas. No se puede tener un discurso político basado en tener un adversario, una cosa es que exista la desavenencia y otra muy diferente es que no exista ninguna comunicación. Hay que articular un discurso de un modo distinto, en el que no se puede construir un discurso político hegemónico con adversarios constantes, sea Catalunya o España.
La comunicación debe girar alrededor del sentido común, sin marginar la discusión política, y sin plantear el disenso como una forma de no hablar y por lo tanto, de polarizar los extremos. Lo peor es no tener a alguien para discutir, la política tiene que usar todos los recursos para hacer que se acerque la gente y se aproximen las posturas. La comunicación, la empatía y el respeto deben servir para intentar arreglar un problema político,que no judicial, que ha acabado con un enfrentamiento peligroso y difícil de solucionar.