Frente a la denostada democracia, la única alternativa que tenemos es simplemente más democracia. La creencia generalizada que tiende a considerar el actual sistema político democrático como el mejor de los sistemas «posibles», cuando en realidad es tan sólo el mejor de los sistemas «hasta ahora conocidos». Lo que define a una democracia como tal es el hecho de que el gobierno reside en el pueblo. Lo que un día para muchos fue un reto o una conquista, para otros es el sistema único que han conocido y por eso no lo valoran en lo que vale. La democracia es un sistema político que ha sido adoptado por muchos países en todo el mundo y que ha demostrado ser efectivo para garantizar la protección de los derechos y libertades individuales, la separación de poderes, el Estado de Derecho y la propiedad privada. Todo a través de una democracia liberal. La pregunta es: ¿cómo mejorar la calidad de las democracias actuales?; ¿cómo democratizar más la democracia?
Mediante unas elecciones, los ciudadanos eligen a los representantes que defenderán sus intereses en la esfera política. Sin embargo esto supone una carencia de verdadera democracia, que lleva a que la ciudadanía tenga poca capacidad de influir en los programas políticos, en la elección de sus líderes y por tanto de los gobernantes. Lo que hace que la ciudadanía sea cada vez más descreída y apática en relación a los partidos políticos, los poderes e instituciones políticas y por ende, también a la democracia. Las elecciones por sí solas no hacen que un país sea democrático. La democracia constituye un ideal que pretende la libertad y la igualdad de los seres humanos. Pero, los sistemas democráticos son muy frágiles y su existencia se halla sometida a riesgos constantes que emanan tanto del seno de los propios sistemas como de sus enemigos externos, buscando desvirtuar el papel de las instituciones y de los políticos, justificando la imposibilidad de cambio o mejora en la denostada democracia.
La democracia debe someterse a una profunda transformación en las instituciones donde se asientan los vigentes sistemas democráticos y también en el funcionamiento de los partidos políticos, en ello va su propia supervivencia, lo que implica la búsqueda entre la democracia real y la ideal. Donde la democracia no puede ser solo el gobierno de la mayoría, sino que los derechos de la minoría justifiquen la validez de la democracia. La democracia es un método para conseguir unos determinados objetivos con el consentimiento de los ciudadanos, que nunca debe alejarse demasiado de los deseos y resultados para esos ciudadanos. Porque sino dejarán de creer en la democracia. Las preocupaciones directas de los ciudadanos son los problemas políticos reales que se deben dar solución. La política y los políticos son necesarios, para determinar las medidas que pueden resultar más plausibles, porque ellos son una parte fundamental de la democracia.
La denostada democracia debe ser algo más que el momento de votar, de escoger entre partidos políticos que previamente nos vienen dados. Se necesita otro tipo de participación política, que mantenga los dos grandes valores de la democracia: libertad e igualdad. La libertad no puede subsistir sin la igualdad. El 15-M no fue sólo una expresión masiva de indignación, fue el deseo de hacer política profunda y real. Si los indignados reclamaban democracia directa, ahora la derecha y la extrema derecha pretenden del descontento social culpabilizar y cargarse esta denostada democracia. La única alternativa que tenemos es simplemente más democracia…