El poder de los medios de comunicación.

el poder de los mediosEn una sociedad democrática están regulados y delimitados el poder legislativo, el ejecutivo y el judicial, pero hay un cuarto poder, que no es un poder del Estado, que son los medios de comunicación. La influencia y el poder que ejercen dichos medios de comunicación en todas las sociedades, tanto en las autoritarias como en las democráticas, puede llegar a condicionar la opinión de la ciudadanía. Aparte de cumplir su función informativa y de educación cívica al votante, algunos sostienen que la elección se gana o se pierde, en función del desempeño en un debate en la televisión y su proyección en los medios de comunicación en general. Por mucha regulación que exista, el papel que juegan los medios de comunicación en dirigir la opinión, es fundamental. Todos los medios de comunicación, sea prensa, radio, televisión o redes sociales, tienen unas líneas editoriales, informativas y de profesionales que están marcados ideológicamente, porque detrás está una empresa privada con sus intereses, un partido político, un sindicato o el propio Estado. Cada uno los utilizan para sus propios intereses y nos venden la mentira de una supuesta objetividad y neutralidad. Los medios de comunicación tienen en sus manos, el poder y la influencia de poder cambiar la opinión pública y las decisiones políticas.

Nadie somos neutrales, ni objetivos, todos nos dejamos llevar por opiniones subjetivas y parciales. El poder lo tienen los mass media, ellos condicionan para ofrecer la información y la opinión, desde su consejo de administración, pasando por sus anunciantes, hasta sus resultados en el balance económico. Nos manipulan con sus informaciones, sus desinformaciones, sus opiniones e incluso cuando se decide no hablar de un tema, son capaces de convencernos de todo. El cuarto poder está administrado por empresarios, banqueros o gobiernos, que utilizan la prensa escrita, sus periódicos, sus radios y sus canales de televisión para defender sus intereses y que sin duda, ejercen su poder. Los medios de comunicación y los periodistas se han considerado el adalid de la libertad de expresión, del derecho a la información y como un recurso de los ciudadanos frente a los abusos de poder, pero detrás está su inmenso poder de condicionar opiniones y decisiones.

Una prueba de dicho poder, lo podemos comprobar en las recientes elecciones en Estados Unidos, los medios de comunicación son quienes certifican los resultados en cada Estado y las grandes cadenas de televisión desconectaron a Trump, cuando detectaron que estaba vertiendo falsedades sobre la limpieza del proceso electoral que intentaba intoxicar y desestabilizar el sistema. Las redes sociales se pusieron de acuerdo para señalar lo que era verdad y mentira, ocultaban los mensajes de Trump o los presentaban con advertencia de que se trataba de falsedades, decidían qué resultados electorales eran los malos y cuáles los buenos. Una demostración, para algunos de libertad de expresión, pero también de poder.

Esta entrada tiene un comentario

  1. Andrés Marco Lou

    Muchos españoles estarían muy contentos, cuando el Gobierno de España hace declaraciones su presidente, vicepresidentes o ministros y ministras, que los medios de comunicación interrumpieran la señal y explicaran que es falso. Aunque la verdad, es que tampoco hace falta, porque hay demasiados medios de comunicación, que cualquier aseveración por parte del Gobierno de España, lo consideran mentira y un engaño a todos los españoles.

    Deben ser los ciudadanos y ciudadanas los que libremente decidamos lo que es verdad y lo que no lo es, los medios de comunicación deberían de ofrecer toda la información y deberían dejarnos de influenciar, respetando que nosotros somos libres y tenemos capacidad de elección. Y, esto vale para cualquier país y cualquier medio. Por eso, estoy en contra de que la Covid-19 sea una excusa para que el Gobierno de España cree un mecanismo de vigilancia contra las conocidas como «fake news» y su difusión deliberada. Porque un gobierno no puede tener la potestad de decidir si es una noticia falsa o verdadera. Porque hemos de defender la libertad de expresión y que sean los ciudadanos y ciudadanas los que tomemos las decisiones y que nadie la tome por nosotros.

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