Explicar lo que pasa con la sanidad en España, más concretamente con la Sanidad Pública, es difícil averiguarlo en una comunicación política en la que nos tratan a la ciudadanía con total desprecio y haciendo de la mentira una costumbre cotidiana. Nos toman por tontos, nos mienten sistemática, consciente y premeditadamente, juegan con nosotros, con nuestra salud y con nuestro dinero. Es absolutamente intolerable escuchar a nuestros dirigentes, repetir durante años que teníamos “la mejor sanidad del mundo”, mientras que el personal sanitario llevaban mucho tiempo desmintiendo el mito sanitario español y denunciando graves carencias en la sanidad pública. El sistema de salud estaba ya al límite antes de que llegara el primer paciente de la COVID-19, por los recortes que se hicieron con las políticas de austeridad impuestas tras la crisis financiera de 2008.
La sanidad pública española se sostiene gracias al sacrificio de los profesionales sanitarios, se reflejó en los comienzos de la pandemia falta de personal, de medios y una falta de coordinación entre los diecisiete modelos sanitarios. Mientras que todos los días, a las ocho de la noche, los españoles aplaudían a sus sanitarios desde balcones y ventanas. Los políticos no hicieron los deberes, esperando que no hubiera nuevos rebrotes o por lo menos tan pronto. Se cometieron muchos fallos y a la sanidad pública no se le ha dotado de los medios necesarios para hacer frente de nuevo a esta pandemia y al resto de enfermedades comunes, operaciones, accidentes y demás contingencias del día a día. ¿Cómo explicar lo que pasa?
En todas las declaraciones y promesas, solo ha habido mentiras, traicionando la confianza y jugando con la salud de la gente, haciendo de la política el arte de la falsedad y del engaño. En el confrontamiento político, la misma derecha que impulsó la privatización y los recortes en la sanidad, defendiendo que la gestión privada era mucho más «eficiente», es la que ahora exige el despliegue masivo de recursos públicos. Mientras que la ultraderecha aún propone la desaparición de la sanidad pública y que pase a ser gestionada por empresas privadas. España registra de nuevo un fuerte incremento de contagios de coronavirus, con falta de medios, de personal, de agendas abarrotadas, de centralitas saturadas y ante el temor ante un colapso ante el aumento de casos. Con toda la incertidumbre y especulaciones, sobre todo de la Comunidad de Madrid que anuncia restricciones a la movilidad. Alguien, me puede explicar lo que pasa con la sanidad pública en España, sin engañarme, sin contarme mentiras.
No hemos aprendido nada, ni nuestros políticos, ni la propia sociedad. Se sigue practicando la improvisación, la falta de coordinación, las plantillas siguen siendo insuficientes, no se han contratado los rastreadores necesarios, la atención primaria está colapsada, los hospitales y las urgencias acabarán por llenarse, las residencias de ancianas siguen igual, el fracaso de la aplicación y del número de descargas de RadarCovid, ante una segunda ola otoñal. Muchos ciudadanos y ciudadanas siguen sin hacer caso a las recomendaciones sanitarias y a la responsabilidad personal. Igual que en marzo, los errores se han repetido, el virus pone en aprietos a la sanidad pública y puede considerarse un fracaso colectivo, desde las autoridades estatales a las autonómicas, siendo incapaces de ofrecer respuestas adecuadas.
Ni “hemos derrotado el virus”, ni «salimos más fuertes”, ni podemos vivir una “nueva normalidad” con el virus acechando. El virus está con nosotros, no tenemos vacuna y la sanidad pública no está preparada para afrontar una pandemia y seguir prestando sus servicios habituales. No se ha querido conscientemente, ni ampliar plantillas de sanitarios, ni de rastreadores, ni hacer más pruebas, ni más camas de UCI. Todo lo demás es dar vueltas a lo mismo. Nos engañan, nos mienten y juegan con nuestras vidas.
Se llegó tarde a todo, mientras el virus se extendía sin control al principio de la pandemia, los primeros puestos en cuanto a número de fallecidos, de positivos, de sanitarios contagiados… Estamos llegando de nuevo a cifras récord desde el fin del estado de alarma. Hay demasiados argumentos para explicar lo que ocurre en la sanidad pública española, lo que falta sobre todo es inversión, planificación, decisiones consensuadas y acertadas, para detectar, diagnosticar y frenar la expansión del virus. Lo demás es demagogia y tomarnos por tontos.
La pérdida de calidad en la sanidad pública, se ha hecho más visible tras haber declarado la emergencia sanitaria, pero que se venía produciendo en los últimos años, y que ha sido propiciado por la puesta en marcha de unas políticas donde los recortes, la privatización y la falta de inversión comparado con los países de nuestro entorno, han supuesto una disminución de medios humanos y materiales. Especialmente en el ámbito de la Atención Primaria, lo que se ha plasmado en una pérdida de calidad, una demora en la visitas y el aumento en las listas de espera y en las cargas de trabajo del personal sanitario. Lo que ante cualquier aumento o aumento en la curva de servicios, provoca el colapso de urgencias en los hospitales y acaba con el colapso del sistema sanitario.