El Ministerio de Igualdad, lanza una nueva campaña denominada: «El hombre blandengue«, dirigida a los hombres que viven la masculinidad de una forma más comprometida, que apuestan por la igualdad entre hombres y mujeres, que han sabido evolucionar y huir del machismo. No me gusta el término»Blandengue», como adjetivo despectivo con un significado negativo, de desprecio o ironía sobre la excesiva debilidad de fuerzas o de ánimo de determinados hombres. Son esos hombres denominados: calzonazos, débiles, bonachones, cobardes o pusilánimes que comprenden perfectamente que las tareas de los hijos y del hogar son comunes y por lo tanto, existe una corresponsabilidad con las mujeres.
La cultura machista ha mostrado durante siglos, que todo era tarea de la mujer, de que el hombre no era un simple compañero sino que era el dueño o el huésped. Que las mujeres eran las responsables de: cocinar, comprar, organizar, lavar la ropa, planchar, limpiar la casa, el cuidado o educación de los hijos, el cuidado de familiares dependientes… Y, que siempre las mujeres hayan visto afectada su vida laboral tras haber sido madres, además de sufrir algún tipo de discriminación laboral derivada de su condición de ser mujer.
La principal razón es que los hombres no han entendido que la crianza y la educación de los hijos es un trabajo compartido. Que cuando los niños y niñas acceden a la escuela, el principal conflicto con la conciliación y la atención de los cuidados durante un día laboral ocurre cuando éstos se ponen enfermos. Donde son las mujeres mayoritariamente las que interrumpen su jornada normal para poder atender a los menores. El hombre blandengue es el que entiende la conciliación y la corresponsabilidad. El hombre blandengue es el que no se limita a ayudar, como haciendo un favor. Es el que al igual que en el resto de la sociedad, dividen las funciones. Porque el hombre no es una ayuda en casa, es parte también de la casa.
Ser un hombre blandengue es ser mejor compañero, saber compartir y no tener a las mujeres como simples criadas. Es hacer olvidar el modelo de macho alfa de la derecha donde el hombre llega a casa para comer, dormir, bañarse y satisfacer las necesidades sexuales. El hombre blandengue debe ser el hombre normal, donde hombres y mujeres comparten trabajo, tareas domésticas, hijos y mayores dependientes. Donde tanto la mujer como el hombre sean iguales y no existan desigualdades. No hay que llamar hombres blandengues, cuando son simplemente hombres como deberían ser todos y todas. Lo acepto como ironía del Ministerio de Igualdad, quizás porque yo también soy blandengue según algunos…