En la democracia española, la lealtad al partido es la primera obligación, antes que votar en conciencia sus diputados y diputadas, se refuerza la decisión de los partidos en alas a una supuesta gobernabilidad, Las votaciones están decididas de antemano, solo con contar el número de escaños de cada grupo parlamentario, con la única salvedad de los errores y las ausencias de sus señorías. A los diputados no se les da la opción de votar en conciencia, teniendo que seguir el mandato imperativo de su partido. Aunque, la propia Constitución Española en el Artículo 67.2 dice: » Los miembros de las Cortes Generales no estarán ligados por mandato imperativo«. Pero, de hecho, parece que ser diputado es aceptar el condicionante de la disciplina de voto. Con esta teoría, sería suficiente con un solo representante por grupo político para realizar las votaciones, y son innecesarios el resto de diputados y diputadas.
El sistema electoral español se rige por el sistema de listas cerradas que se aplica en todos los comicios. Los ciudadanos votamos a listas de candidatos que son elaboradas por las distintas formaciones políticas y sobre las que no pueden influir, ya que están bloqueadas. A diferencia de las listas abiertas, en que los ciudadanos no votan a grupos de electores, sino a candidatos individuales, aunque figuren en el mismo partido. Por lo tanto, no se puede hablar de votos recibidos por candidatos, sino de votos al partido. Ese es el argumento para exigir la disciplina de voto a los diputados. Son libres para pensar, pero no para votar.
Un diputado puede incumplir la disciplina de voto que trate de imponerle su partido político, pero ateniéndose a las consecuencias: pagar una sanción. Once diputados han roto la disciplina de voto y no han respaldado a Enrique Arnaldo y Concepción Espejel, los candidatos del Partido Popular, como nuevos magistrados del Tribunal Constitucional. Aunque a pesar de esos votos en contra, se ha terminado por imponer el pacto a tres entre PSOE, PP y UP, saliendo escogidos los dos candidatos propuestos por el PP. Aparte de otros diputados de diferentes partidos, que han mostrado su disconformidad en ese «reparto de sillones», no queriendo participar ni siquiera en la votación, que también es otra forma de votar en conciencia. La indisciplina de voto, es una forma de interpelar a la conciencia de los diputados de un partido: votar en conciencia o ponerse una «pinza en la nariz» y votar lo que mande el partido, aunque el Artículo 79.3 de la Constitución Española dice: «El voto de Senadores y Diputados es personal e indelegable»
Tanto el PSOE como Unidas Podemos han querido anteponer la disciplina de voto, a la facultad de votar en conciencia cada uno de sus diputados y diputadas. No sabemos el motivo por el cual han accedido al pacto con el PP y aceptar sus candidatos, pero es una vergüenza y un insulto para la dignidad de las instituciones, tanto del TC como del Congreso, en definitiva para la democracia, tener candidatos con una idoneidad ética tan cuestionable. El PSOE y UP han sido cómplices, con este pacto y la claudicación de aceptar los candidatos propuestos por el PP, al deterioro de la confianza de la ciudadanía de los órganos constitucionales. Ni siquiera con la posibilidad de que sea una forma de allanar el acuerdo para renovar el Poder Judicial. No se puede admitir semejante pantomima.