Las vacunas como todos los medicamentos tienen su composición, sus instrucciones para su administración, empleo y conservación, así como sus efectos adversos, interacciones y contraindicaciones. No hay un medicamento perfecto, que no tenga efectos “indeseados” que son lo que conocemos como reacciones adversas o efectos secundarios, y que por lo general suelen ser de intensidad leve a moderada. Todos los medicamentos disponibles en el mercado presentan una relación beneficio-riesgo, en el que hay que valorar si el beneficio es superior al riesgo. Este es el dilema de la vacuna AstraZeneca frente a la Covid-19. El Ministerio de Sanidad ha decidido suspender durante dos semanas la vacunación con la vacuna de AstraZeneca, al igual que 13 países, debido a la notificación de casos de trombosis venosa cerebral, como motivo de precaución y hasta que no se investiguen los posibles efectos adversos. La Agencia Europea del Medicamento (EMA) sigue evaluando los casos reportados y aseguran que los beneficios siguen siendo mayores a los riesgos en la prevención del Covid-19, con su riesgo asociado de hospitalización y muerte.
Desarrollar una vacuna es un proceso largo, lento y caro que tiene que cumplir con unas fases de ensayo en que se realizan pruebas a la vacuna en cuanto a seguridad, eficacia y otros posibles usos. Se ha adoptado la decisión política de aplazar la vacunación de AstraZeneca, de generar retrasos y desatar las dudas en su seguridad, eso ha sido una gran equivocación. Porque estamos hablando de 30 casos de episodios tromboembólicos tras administrar cerca de 17 millones de dosis de la vacuna de AstraZeneca, tanto en la UE como en el Reino Unido. Y, más concretamente en España, han habido 3 casos con casi un millón de vacunados con AstraZeneca. Incluso si se demostrase la relación causa-efecto, estaríamos hablando de 1 vacunado de cada millón se muere por trombo, mientras que no vacunar puede significar más de mil muertos por millón, sólo en España.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha insistido en que no hay evidencia que vincule la vacuna de AstraZeneca con la aparición de coágulos de sangre y a esto se ha sumado la declaración este jueves de la Agencia Europea de los Medicamentos (AEM), que ha asegurado que tampoco ve evidencias directas de que la vacuna de AstraZeneca tenga relación con los casos de tromboembolismo detectados en algunos países europeos. La vacunación debe comenzar lo antes posible, porque el costo del retraso puede medirse en vidas perdidas, y la cuarta ola está comenzando a asomar en muchos países europeos. La suspensión de las vacunas es darle la razón a los negacionistas, a la estupidez humana, a los que odian la ciencia, es crear un miedo entre la población totalmente infundado y hacer olvidar que la vacuna es la única solución para frenar esta pandemia.