El negacionismo es negar la realidad, es negar la verdad, es negar las pruebas, es construir un contexto ficticio basado en la simplicidad de la negación. El negacionismo es un discurso equivocado y un argumento real para ellos, donde lo importante es crear odio, violencia verbal, social y política sobre quienes no piensan como ellos, es taparse los ojos a lo evidente. Donde desde la intolerancia se busca legitimar la mentira, negar la realidad por su verdad, donde intentan quebrar el equilibrio entre la realidad y la verdad con debates absurdos y con ideas que buscan instalar en la sociedad. Ayer en Madrid, una concentración entre 2.500 a 3000 personas, en la plaza de Colón de Madrid, en contra del uso obligatorio de mascarillas y de otras medidas implantadas por el Gobierno para hacer frente al coronavirus.
Donde se ha culpado al Ejecutivo de crear «una falsa pandemia», pidiendo que la OMS cese en sus protocolos, un sinfín de cánticos, desde «terroristas, terroristas» a «no más ancianos asesinados» pasando por «fuera los bozales, no somos animales», «el Covid sí tiene cura pero está prohibida»o «Illa, Illa, Illa, fuera la mascarilla» y alusiones constantes al «recorte» de libertades merced a la crisis del coronavirus. Y, lo que es aún más grave, gran parte de los congregados no portaban mascarillas o la llevaban mal puesta, pese a que su uso es obligatorio en espacios públicos de Madrid.
No todo el mundo puede estar de acuerdo, incluso es lógico que haya personas que piensen diferente. La gente busca respuestas y algunos se dejan convencer con la simplicidad del negacionismo. Cada uno es libre de tener una opinión, algunos presumen de pensar lo mismo toda su vida, otros están seguros de que piensan lo correcto y quiero pensar que hay personas que cuando ven una opinión mejor y argumentada cambian su convencimiento. Si la filosofía se encarga de hacerse preguntas, la ciencia trata de buscar respuestas y los negacionistas tratan de darle la espalda a la ciencia y dejar de confiar en ella. Posiciones como el movimiento anti-vacunas, las pseudociencias o poner en duda los avances científicos ponen en riesgo la verdad y el progreso humano. Hay que discernir el debate científico del político o ideológico porque pertenecen a terrenos distintos, se sirven del desconocimiento y rechazo de algunas personas con respecto a la ciencia y negando el futuro.
La mayoría de nosotros creemos que podemos cambiar lo que los demás piensan; los negacionistas intentan convertir mentiras en sus verdades. Se creen en la posesión de la verdad, a fuerza de repetir constantemente sus mentiras algunos llegan a creer que son verdad, por miedo, por desconocimiento o simplemente por estupidez. Tener opiniones es normal, que sean diferentes entra dentro de lo lógico. Pero, cuando las posiciones impiden abrirse a nuevas perspectivas o puntos de vista que no concuerdan con las propias y además su objetivo es negar la realidad, por lo tanto están negando la verdad y se convierten en un peligro para la sociedad. Los negacionistas, terraplanistas y todas sus teorías de la conspiración son el fruto del descreimiento en la sociedad actual, de la crisis de valores por una parte de la población y que algunos lo aprovechan para idiotizar a unos pobres incautos y servirse de ellos.
Cuando hay personas que quieren dominar el pensamiento de los demás negando la ciencia, que es «el conjunto de conocimientos objetivos y verificables sobre una materia determinada que son obtenidos mediante la observación y la experimentación, la explicación de sus principios y causas y la formulación y verificación de hipótesis», están en contra del desarollo, del progreso y no buscan la verdad, simplemente quieren imponer sus opiniones y creencias, tratando de reafirmar y expresar su posición personal tratando de imponerla a los demás.
Cuando alguien adopta una actitud defensiva o agresiva hacia las cosas evidentes, reales y verdaderas, podemos dudar de su capacidad intelectual, de su estado psicológico o simplemente de su mala fe y de sus malos propósitos. Jugar con los sentimientos de las personas es muy grave y muchos más en una pandemia como esta, donde hay más de 783.000 fallecidos y más de 22 millones de casos confirmados en todo el mundo.
Personas como las que acudieron a la concentración de la Plaza de Colón o las que escriben en las redes sociales con sus ideas negacionistas son un peligro para todos nosotros y para toda la sociedad. Está en nuestra responsabilidad que estas personas no consigan su propósito: engañarnos a todos los que estamos «engañados» por la ciencia. Pero, en ciencia nada debe considerarse como probado, casi todo tiene carácter provisional, y esto es lo que le da facultad frente a los absolutistas y los negacionistas.