El fin del confinamiento, a pesar de las medidas de seguridad y prevención que sigamos tomando a nivel social, supone un riesgo de rebrotes. No solo por la apertura al turismo, sino por el fin del confinamiento. La posibilidad de rebrotes era un riesgo que tendría que llegar tarde o temprano. No obstante, se está haciendo demasiado énfasis en los rebrotes provocados por casos importados, pero no en el turismo sino en los temporeros inmigrantes, que están ayudando en las diversas campañas agrícolas que hay en nuestro país. Permitir la entrada de turistas, es una manera de levantar nuestra maltrecha economía, tener a temporeros sin papeles, sin contratos, en alojamientos indignos, sueldos miserables, jornadas maratonianas, en definitiva, sin respetar sus derechos como personas… Es hablar de casos importados, pero no de coronavirus, sino de racismo.
La hipocresía en nuestra sociedad no tiene límites. La fruta que se vende en supermercados de España y Europa cumple una serie de precauciones sanitarias, pero las personas que la recogen, trabajan con ausencia de distancia de seguridad, falta de mascarillas y con unas condiciones de hacinamiento y de falta de medidas sanitarias en las infraviviendas que residen. El problema no es que sean inmigrantes, son sus condiciones de vida y de trabajo, lo que favorece el contagio y la posibilidad de rebrotes. De momento, está siendo posible detectar los posibles casos cuando todavía no son numerosos y, además, rastrear sus contactos para evitar un brote. Pero, de nuevo nos persigue la aporofobia, no tenemos tanto miedo al turista como a los temporeros, tenemos racismo solo a los pobres.
Los temporeros son trabajadores indispensables, pero que no tienen derechos sociales ni laborales, que viven y trabajan en pésimas condiciones, que arriesgan su propia salud para poder sobrevivir y para hacernos llegar los frutos del campo a nuestras mesas. Los necesitamos y los utilizamos cada campaña. Hablamos de cifras de paro mareantes, pero los empresarios agrícolas apuestan por estas personas migrantes y racializadas, ofreciéndoles los trabajos más duros, peor pagados y con menos prestigio social. Personas que aparte de su situación administrativa irregular, sufren todos los ataques racistas, por un sistema económico neoliberal y un modelo agrario que no respeta ni sus derechos ni su dignidad como personas. Una sociedad que invisibiliza a las personas racializadas y que además se les criminaliza, siendo su único delito la necesidad de sobrevivir.
El racismo existe y es en buena parte, responsabilidad de los empresarios que los contratan. No ofrecerles unas medias sanitarias en el trabajo, ni un alojamiento digno y no hacinado, ni preservarlos de su situación de extrema vulnerabilidad y regularizar su situación. Es racismo. Que se utiliza para culpabilizar a los temporeros inmigrantes de la transmisión de un virus, con más odio, discriminación y desprecio. Estos factores han existido siempre, en las personas que vienen a trabajar en las campañas de la fruta, pero ahora solo les faltaba ser los responsables de esta pandemia, sin embargo seguimos llamando a un turismo extranjero con dinero, que tienen los mismos riesgos de poder contagiarse o de haber superado la enfermedad y por tanto, desarrollar algún tipo de inmunidad contra el virus. No es la procedencia, ni su raza, simplemente cumplir unas normas de higiene, distancia social y uso de mascarilla. Que se entenderen los racistas…
Otra forma de racismo, es hacer correr bulos malintencionados y jugar con los sentimientos de las personas migrantes, por ejemplo el caso de personas que han acudido desde el viernes 19 de junio, a solicitar el empadronamiento al Ayuntamiento de Palos de la Frontera, diciendo que los inmigrantes podían solicitar el empadronamiento y así acceder al cobro del ingreso mínimo vital.
Aparte de ser mentira dichos bulos, porque esta ayuda no pueden percibirla personas temporeras que trabajan en el campo, ya que uno de los requisitos es llevar al menos un año residiendo de manera legal y continuada en España. Pero, imágenes y noticias como esta, sirven para mantener el argumentario de la extrema derecha.
Es lamentable, que muchas personas se aprovechen de la necesidad de otras, sea por generación espontánea, por motivos económicos, por intereses de mafias de la inmigración o por motivos políticos para conseguir una propaganda gratuita de sus ideas racistas. !Cuidado a todos los rebrotes de racismo!