La distancia social como responsabilidad personal.

La distancia social ha entrado en nuestras vidas, como forma de responsabilidad personal, para disminuir la propagación del coronavirus. Consiste en evitar las multitudes, mantener una distancia prudencial y no tocar a otras personas, para que el virus no se expanda. Junto con unas medidas de prevención y de higiene. La distancia social junto con el confinamiento en nuestras casas se convierten en las únicas medidas de prevención efectivas, hasta que descubra la vacuna contra el coronavirus. Es una forma de aislarse de los demás, ante la posibilidad de que cualquiera pueda tener el coronavirus y nos lo pueda transmitir persona a persona. Es como decir, que todos somos presuntos portadores. Lo más grave es que la distancia social, que ahora es una forma de prevención, no tiene una fecha en concreto. Es decir, que cuando se acabe el estado de alarma, no se acabará dicha restricción de golpe, será una cosa…

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Apelar al patriotismo contra el coronavirus.

A los políticos, les gusta muchas veces, apelar al patriotismo, como adhesión y pertenencia de los ciudadanos y ciudadanas de un país a unos objetivos comunes. Buscando la unidad y la cohesión de todos, intentando inculcar en que es cosa de todos. Los políticos están convencidos de que llamando al patriotismo, los grupos están más cohesionados y se olvidan de las dudas y de sus temores. Se intenta recuperar unos valores cívicos como la solidaridad, el civismo y la colaboración con las normas  para que los ciudadanos adquieran un fuerte compromiso individual como ciudadanos para evitar el contagio. Aunque creo que también puede tener consecuencias negativas, cuando se utiliza como único remedio cuando no se tiene ninguna solución a la vista En lo que coinciden los discursos, de estos últimos días, de Pedro Sánchez, Pablo Casado y Felipe VI, sobre la lucha contra el coronavirus es un discurso patriótico. En que todos…

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Cura de humildad para la humanidad.

Un simplemente virus nos obliga a hacer una cura de humildad a toda la humanidad o por lo menos a esa mitad del mundo que disfruta de un nivel de desarrollo, estabilidad y confort. Porque la otra mitad vive en la pobreza, en el subdesarrollo y en la carencia de lo más elemental, sin que exista ni las más mínima acusación moral. Cuando el coronavirus comenzó en China se observó como un tema local y no preocupó hasta que afectó al desabastecimiento en un mundo global. Ahora, ya es una pandemia y nos afecta a todos. No importa que vivamos en una sociedad democrática, organizada, desarrollada y moderna. No ha servido de nada nuestro desarrollo científico y tecnológico para que un simple virus haya comenzado a contagiar y a matar personas. Un simple virus nos ha demostrado la falta de medios humanos y sanitarios, los recortes económicos en la Salud Pública, la…

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El confinamiento como única vacuna.

El confinamiento se convierte en la única vacuna, de momento, contra el coronavirus, un ejercicio de responsabilidad para detener el alcance del virus. El estado de alarma en España se convierte en una petición de responsabilidad y de paciencia a los españoles y españolas, ante la mayor crisis sanitaria y económica. El fundamento ético es reducir el riesgo de transmisión y limitar la amenaza en la población en general. Aunque ello implique discrepancias entre los llamados derechos individuales y los derechos colectivos de la población a fin de permitir al Estado adoptar medidas frente a una grave amenaza a la salud.  Sin confinamiento absoluto no habrá contención, aunque conseguirla puede ser cuestión de mucho tiempo y a lo mejor no se conseguirá nunca. De momento hasta que no se descubra una vacuna, es la única solución que nos queda, aunque no nos guste quedarnos atrapados en nuestras casas y sin poder disfrutar…

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La infantilización de la sociedad.

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Vivimos en una sociedad donde existe una infantilización ante la inseguridad, donde hemos creído tener todo controlado, pero eso es muy diferente a tenerlo todo bajo control. Un buen ejemplo son las catástrofes naturales, el terrorismo o este brote de coronavirus que comenzó en China y se ha convertido en pandemia. La sociedad actual, sobre todo las económicamente más desarrolladas, son las que viven más aterradas.Todo esto azuzado por las redes sociales y los medios de comunicación, que mediante bulos, noticias falsas y un tratamiento comunicativo casi obsceno, como ha pasado con el tratamiento de desaparición de personas, asesinatos o delitos sexuales. Parece que muchas veces se busca de la desgracia, buscar audiencia en los medios de comunicación, seguidores en las redes sociales y transmitir miedos a ese público más desinformado y con mentalidad adolescente. La desinformación y el sensacionalismo, crea temores y pánico en esa infantilización de la sociedad, teniendo sensación…

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El surrealismo del miedo al coronavirus.

El surrealismo de ver supermercados llenos de gente, con estanterías vacías, colas de carros de compra, personas con bolsas y manos llenas, porque la gente da por descontado que habrá más medidas contra la expansión del coronavirus. Se desatan los nervios, un pánico poco entendible por miedo a un posible desabastecimiento de las grandes cadenas de supermercados e hipermercados. Porque una cosa muy diferente es que existan rupturas de stock, es decir que se acaben las existencias de unos determinados productos en el lineal del supermercado y otra cosa muy diferente, es que se acabarán las existencias de dicho producto en la plataforma logística, en la fábrica, el campo o el matadero. Es decir, que no se pudiera reponer al día siguiente o en el momento que esté planificado logisticamente. Si la afluencia de clientes es muy superior a la habitual, la desaparición de muchos productos de las estanterías se convierte en…

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Viralizar el miedo ¿para qué?

Viralizar es la capacidad de reproducir, cualquier tipo de contenido: imagen, audio, vídeo, o texto que se propaga por Internet y/o las redes sociales de manera exponencial, emulando a los virus. Hablamos de vídeos virales, de campañas virales, es el "boca a boca" de antes, que se ha convertido ahora en el tema de conversación y objetivo de compartir en las redes sociales. No hace falta escribir un post sobre un tema muy elaborado, ni tratarlo en profundidad, ni ser especialista en dicho tema. Simplemente una imagen ocurrente, un vídeo o un posts de memes, se puede convertir en viral. Es decir, una tontería o una mentira, puede comenzar a compartirse hasta convertirse en algo viral, algo relevante para muchas personas. Utilizar el muro de Facebook, Twitter, Instagram o simplemente el WhatsApp para hablar de un determinado tema, apelando a las emociones: como la risa, la sorpresa e incluso el odio más…

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La infodemia como generador del miedo.

El término infodemia lo emplea la Organización Mundial de la Salud para referirse a la gran cantidad de información, tanto de noticias rigurosas como falsas sobre el coronavirus de Wuhan. Lo que implica, aunque resulte paradójico, una epidemia de desinformación en internet y redes sociales, algunas por ser inexactas y otras por ser imposibles de verificar. Todo esto genera miedo en las personas, en las empresas e incluso en los gobiernos. El miedo es libre a nivel personal, pero lo que es peor, es que la sociedad nos hace vivir en la cultura del miedo permanente. Miedo en la sociedad, en nuestras vidas, incluso en nuestras casas. Miedo a engordar, a sufrir un accidente, a una catástrofe natural, al calentamiento global, al terrorismo, a perder nuestro trabajo o nuestra pareja, a tener una enfermedad... Parece que vivimos en un riesgo permanente, tenemos la percepción basada en el adagio de "si algo malo…

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La expectación mediática del coronavirus.

Parece que hoy en día, casi todo tiene una especial expectación mediática: un acontecimiento deportivo, un estreno cultural, la final de un programa de televisión, el desenlace del final de una serie, la boda o el divorcio de los famosos, la sentencia de un juicio, la jornada histórica en unas elecciones e incluso la aparición de un virus en China. Repetir una frase o una palabra de manera compulsiva cuando lo hacen nuestros mayores, cuando narran con nostalgia los momentos de su vida, por encontrar alguien que les escuche, pensamos que es fruto de la edad, de indicios de un deterioro cognitivo. Sin embargo estamos acostumbrados a escuchar una y mil veces lo mismo en los medios de comunicación y en la redes sociales. Y, lo que es más grave, muchas veces lo mismo, explicado de diferente manera, tan diferente que muchas veces no parece lo mismo. El tratamiento informativo y la…

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