Segregar es «separar y marginar a una persona o a un grupo de personas», no tratar a todo el mundo por igual. En la Comunidad de Madrid, durante 14 días, los vecinos y vecinas que viven en 37 «áreas sanitarias», sufrirán un confinamiento selectivo, porque los residentes de estas zonas son principalmente personas que pertenecen a un segmento social muy expuesto al virus y que la transmisión del virus es superior a 1.000 casos por 100.000 habitantes. Los residentes de cada área sanitaria confinada, podrán moverse libremente pero tendrán restringida la movilidad para salir de sus «áreas sanitarias», excepto para ir a trabajar, asistir al colegio, por motivos sanitarios o fuerza mayor. Se reducirá el aforo de los establecimientos, los parques y jardines quedarán clausurados y la hora de cierre de los establecimientos será como máximo a las 22 horas. La única medida no selectiva, ni estigmatizadora, es que las reuniones privadas o públicas quedan limitadas a seis personas, en toda la Comunidad de Madrid.
Las «áreas sanitarias» son las demarcaciones territoriales a las que da servicio cada centro de salud, lo cual significa que no se aplica a distritos o municipios enteros, un barrio puede tener una zona de restricción y otra no. Todo con la intención de no decretar un estado de alarma y confinamiento a todo Madrid, para evitar un desastre económico. Se antepone la economía a la salud de los madrileños y madrileñas, aún a pesar de que Madrid acumula 746,24 casos diagnosticados en los últimos 14 días por cada 100.000 personas, es decir, con el 14% de la población española, tiene en torno al 30 % de los diagnósticos y fallecidos a nivel nacional.
Segregar significa también un «señalamiento» que puede producirse contra las personas que viven en las áreas aisladas, porque ellos no son culpables del tamaño de sus hogares, de la precariedad laboral y de tener que utilizar el transporte público. Un ejemplo más del rechazo a los pobres, practicado por el Gobierno de la Comunidad de Madrid, sin olvidar que en dichas «áreas sanitarias» vive un porcentaje elevado de personas inmigrantes. Este confinamiento es clasista, llega mal y tarde, como siempre, y no es suficiente para solucionar un problema de propagación comunitaria de toda la Comunidad de Madrid.
Después de llegar a cifras inasumibles de contagios en la Comunidad de Madrid, de la falta de rastreadores, de la falta de medios en los hospitales, de la orfandad de los centros de atención primaria, del retraso en los resultados de las pruebas PCR. No basta con una entrevista mediática, entre Pedro Sánchez y la presidenta de la Comunidad de Madrid Isabel Díaz, hacen falta soluciones ya. Esta en juego la salud de mucha gente, después vienen las lamentaciones y las excusas de no haber reaccionado a tiempo… La responsabilidad es del gobierno de la Comunidad de Madrid, pero también del Gobierno de España, en aceptar unas medidas de segregar a una determinada población, en las que según su presidenta, aparte del problema sanitario, “el COVID trae necesidades aparejadas problemas de delincuencia, «okupación» y los de los menores no acompañados». Y, lo más grave, es que estas medidas no son suficientes, el tiempo nos dará o nos quitará la razón…
Dice la presidenta de la Comunidad de Madrid que: » no hay médicos en España», quizás sea verdad que no hay médicos, ni enfermeros, ni maestros… Quizás esta sea la explicación de que falten plazas de médicos y enfermeras en los hospitales y en la Atención Primaria, y de que no se haya podido bajar las ratios en las escuelas. No sé si es efectivamente un problema de falta de profesionales, de falta de contratación o de baja remuneración, de contratación precaria, de jornadas abusivas, de guardias a mansalva, de presiones de las gerencias y de las amenazas de los pacientes y de sus familias.
Nos hemos limitado a observar que nuestros médicos y enfermeros, se han marchado a otros países o la sanidad privada, donde se les ha reconocido su profesionalidad, con mejores condiciones laborales y económicas. Mientras que aquí los dos únicos reconocimientos han sido el aplauso de los balcones y ventanas durante el estado de alarma y el otorgarles el Premio Princesa de Asturias, que por supuesto con ninguna de las dos acciones se come ni mejora las condiciones laborales.
Ahora, en esta segunda ola del coronavirus en Madrid, en la que dice su presidenta que «no hay médicos», deberíamos recordar esos 10.000 sanitarios que fueron contratados como refuerzo en los momentos más duros de la crisis sanitaria y a los cuales no se les renovó el contrato. No hay médicos y quieren abrir el nuevo hospital de pandemias en Madrid. Los recortes, la precariedad, las jubilaciones forzosas y las restricciones en el número de MIR para ahorrar y siempre con la intención de fortalecer la sanidad privada nos ha llevado a que falten miles de médicos.
Pero, quizás mas que falta de médicos, hay una falta de reconocimiento laboral y salarial, no se puede tener «la mejor sanidad del mundo» con profesionales que encadenan contratos eventuales durante años, que su remuneración no es atractiva y que además carecen de recursos. Faltan especialistas porque con los recortes, el Gobierno bajó las plazas del examen MIR; se añade el recambio generacional que hay en los centros de salud y los hospitales, porque los médicos también se jubilan; no hay médicos rurales en la España vaciada por falta de incentivos; la sanidad privada se ha convertido en la salida profesional para muchos médicos; la solución evidente podría ser traer médicos de fuera, pero deben de homologar los títulos de los médicos extracomunitarios que quieren ejercer. En definitiva, falta de planificación y de recortes durante años, en los que los políticos se pavoneaban de «la mejor sanidad del mundo» y que ahora, con la pandemia del coronavirus, se nos ve el culo por todas partes…