Sanitarios: de los aplausos al olvido.

Hemos pasado de los aplausos a los sanitarios en la pandemia, al olvido. Miles de personas han recorrido este domingo algunas de las principales calles de Madrid agitando pañuelos blancos para denunciar el «estado crítico» de la sanidad pública en la Comunidad de Madrid y mostrar su rechazo al plan de urgencias extrahospitalarias de la presidenta Isabel Díaz Ayuso. Pero, de nuevo la ola de la marea blanca en defensa de la sanidad pública se extenderá por toda España, cuyos principios siguen vigentes como cuando nació con ímpetu a finales de 2012 al abrigo del 15-M, en plena crisis económica y en una vorágine de medidas que afectaban de lleno a la sanidad en todo el país. Está claro que para que las reivindicaciones sean efectivas, es necesario hacer acciones para que tengan espacio en los medios de comunicación y que la ciudadanía sea consciente del estado de la sanidad pública en España, de sus recortes, planes privatizadores y la problemática laboral de sus profesionales, mostrando su apoyo.

Los servicios públicos son los garantes de los derechos de los ciudadanos y por supuesto la sanidad pública lo es. La salud no es solo un problema de los sanitarios, es un asunto social, económico y político, es sobre todo un derecho humano fundamental. La pandemia fue el termómetro del estado de la sanidad pública en España, donde lo inesperado de la irrupción del virus pudo servir de excusa para no dar la respuesta adecuada que hubiese evitado muertes, contagios y sufrimientos. Las diferentes medidas de política sanitaria a nivel autonómico, muestran unas mismas deficiencias a nivel nacional, como el reforzamiento de la Atención Primaria, que parece que a nadie le interesa, mientras la sanidad no esté colapsada. 

Los Centros de Salud siguen funcionando con menos médicos de familia y pediatras que sus plantillas normales, buscando como solución la videoconsulta médica. Mientras, las bajas laborales y vacaciones no son cubiertas, los Centros de Salud se cierran por vacaciones, los profesionales están obligados a extender su jornada laboral por encima de su horario, el tiempo de consulta hacia sus pacientes se recorta. Los profesionales sanitarios se van a la sanidad privada o simplemente se van a trabajar al extranjero. Y, el resultado son las listas de espera y el colapso en las urgencias de los hospitales. n caso que entienden no pueden dejar de ser asistidos; los refuerzos y contrataciones prometidas no han llegado o lo han hecho a cuentagotas y el cansancio y desánimo es hoy el estado normal de los profesionales y trabajadores de la Atención Primaria.

Hemos pasado de los aplausos al olvido hacia los sanitarios, todos somos pacientes, todos podemos tener un problema de salud e incluso los que tienen una sanidad privada, en algún momento pueden ser derivados a la sanidad pública. No es un tema de las batas blanca, es un problema político, pero también de todos, de la confluencia de todas las organizaciones y colectivos que defendamos al sistema sanitario público para impedir su desmantelamiento y privatización.

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