Ser positivo en coronavirus no es una noticia relevante hoy en día, casi se puede considerar como normal dentro de un imperativo circunstancial, donde es habitual que se haya estado en contacto con algún caso confirmado o si vivimos en una zona de brote. Después de tres días de espera para hacerme la prueba por la Seguridad Social, casi podría decir, que lo ilógico es no haberme contagiado hasta ahora, con las estadísticas que nos indican un aumento de casos en todos los sitios. Pero, aún así, es algo que no lo tienes como previsto, aunque tuviéramos señales o indicios de que pudiera suceder, por un simple cálculo de probabilidades de que una cosa se cumpla o suceda al azar. En definitiva, positivo en coronavirus no es para que cunda el pánico, la mayoría de casos son leves y no tienes que pensar que se vaya a complicar con neumonía y tengas que acabar en un hospital.
De todas formas, lo normal es que te quedes en casa y que llames a alguno de los teléfonos habilitados por cada Comunidad Autónoma o que rellenes el cuestionario de alguna aplicación de las correspondientes Consejerías de Sanidad para que se pongan en contacto contigo. Estás convencido de que se pondrán en contacto contigo algún rastreador, medida que se tomó en junio de 2020, para detectar en el menor tiempo posible una nueva cadena de transmisión del virus y cortar su posible circulación, donde en teoría deberían averiguar dónde y con quién he estado en contacto. Pero, no te llama nadie. Incluso, hechas en falta que te llame un médico, que te haga unas preguntas de rigor y que considere los pasos oportunos durante la cuarentena. Pero, tampoco te llama nadie. Comienzas a llamar una y otra vez a los diferentes teléfonos, todos comunican o te sale en el mejor de los casos un sistema automático de cita telefónica y la aplicación para facilitar la asignación de una cita médica como mínimo para quince días. Total un desastre.
Algunos, tenemos la suerte de estar trabajando y el coronavirus es un caso especial a la hora de determinar la baja laboral, es un por lo tanto un derecho que tenemos todos los trabajadores, el cobrar el 75 por ciento del salario desde el primer al último día de baja. Y, para eso el trabajador tiene que presentar el parte de baja en la empresa dentro de los siguientes tres días hábiles. Debo tomar una decisión, aunque aún no tengo la certeza de ser positivo, se supone que las personas que tienen una infección por coronavirus o que se han relacionado con personas que habían contraído esta infección se deben quedar en casa para prevenir el contagio. Me acerco a mi consultorio y después de una cola de más de cuarenta minutos, le explico a la persona que está en el mostrador mi situación. ¡Albricias! En menos de 20 minutos se pone en contacto por teléfono un facultativo. Me pregunta mis síntomas, me da cita para hacerme la prueba para confirmar si soy positivo y me expide mi documentación para la baja, que recogió una persona no infectada, para poder enviarla a mi empresa.
Entiendo la saturación del sistema sanitario; que si tus síntomas son leves y si vives en una zona con muchos afectados, te digan que te quedes en casa; que si no tienes síntomas, no te hagan la prueba. Pero, lo peor que le puede pasar a un enfermo o a una persona que se ha relacionado con un positivo, es el nerviosismo, la angustia y la soledad de sentirse solo y desamparado. Porque en otras circunstancias, en otras enfermedades, tienes la ayuda de vecinos, amistades o familia, pero en el coronavirus estás completamente solo, sin ningún apoyo. Y, por eso se echa tanto en falta que el sistema sanitario no funcione como debiera.
El deterioro de la sanidad pública se fue acrecentando tras la ultima crisis económica de 2008, cuando se produjo una disminución de la inversión, la escasez de recursos en la sanidad pública se ha visto paliada por el esfuerzo de los profesionales. Porque el Sistema Nacional de Salud en España es muy bueno cuando no hay problemas, sin olvidar las listas de espera, los problemas en la Atención Primaria, las condiciones laborales y económicas de los profesionales, la fuga de sanitarios a otros países, la alta carga asistencial de los médicos de Atención Primaria, las guardias interminables, la falta de recursos en barrios y áreas rurales. y el favorecer el auge de la sanidad privada. Tenemos lo que tenemos, y nos damos cuenta cuando lo necesitamos. Donde el aplauso a los sanitarios no sirvió de nada. Porque hace falta más que un aplauso, para que los políticos no conviertan en un negocio el derecho a la salud, y nuestra exigencia como ciudadanos de mejorar la Sanidad pública, por el bien de todos.
Demasiadas personas en esta sociedad sufren de soledad, una situación que se agrava con la pandemia. A la soledad se agrava el hecho de la dependencia, de necesitar a alguien para que te ayude, para poder salvar de la mejor forma la cuarentena. Cuando en un piso conviven cuatro personas y tres de ellas son positivos en coronavirus, no solo se plantea un problema de convivencia y de enfrentarnos a la temida soledad de nuestra habitación, sino que esa cuarta persona tenga que ayudarnos y pueda acabar también contagiada por su exposición.
! Gracias, hijo ! Has demostrado con tus 20 años, la responsabilidad y el desempeño, de ser capaz de tirar todo adelante, de que no nos falte nada a tu madre, a tu hermana y a mi. De recordarnos las medidas de seguridad, de esmerar todos los detalles de limpieza, de preparar las comidas, de tener siempre una palabra de ayuda y apoyo. El motivo de escribir este comentario, es que los hijos saben de sobra: que los queremos y que hemos hecho cosas sobradas en muestra de amor a lo largo de su vida. Pero, algunas veces también es necesario decirlo y me parece un buen sitio este blog, que es el conjunto de desvaríos de tu padre.
Durante toda tu vida he estado siempre dispuesto a protegerte, a quererte y a darte todo. Ahora, cuando un virus se ha interpuesto entre nosotros, has demostrado el buen corazón que tienes, sin importarte los riesgos. Quiero darte las gracias, en mi nombre y también en el de mamá y de tu hermana. Y, que sepas que pase lo que pase a lo largo de la vida, aunque muchas veces podamos tener nuestras reticencias y nuestras formas diferentes de ver las cosas: siempre me tendrás para lo que tu necesites. ¡Te quiero, Andrés!