Los Artículos 16 y 20 de la Constitución Española, hablan sobre la garantía de la libertad ideológica y la libertad de expresión, respectivamente. El Artículo 16.1 dice que: «se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley» Y, en el Artículo 20, se reconoce y protegen los derechos: «A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción» Y, que: «El ejercicio de estos derechos no puede restringirse mediante ningún tipo de censura previa».
La Audiencia Nacional ha condenado al rapero Pablo Hasél por «injurias a la Corona, a las Fuerzas de Seguridad del Estado y enaltecimiento del terrorismo» en las letras de sus canciones y en su cuenta personal de Twitter. Cuando hablamos de libertad artística, nos referimos a algo tan abstracto como la definición de arte y si el rap se puede considerar arte. Pero, estamos hablando también de libertad de información, de comunicación y por supuesto de libertad de expresión. Se podrá estar de acuerdo o no, con las letras politizadas de Pablo Hasél o de Valtyonc, pero el arte es una forma de expresión y por encima de todo es arte. Los artistas tienen el derecho a tener libertad ideológica y artística para expresar su libertad de expresión. Pablo Hasél utiliza sus canciones como una forma de expresión, como muchos otros artistas lo hicieron a lo largo de la historia, no tiene que coincidir forzosamente con las pautas propias de la sociedad y pueden ser incomodas en algún momento.
Pablo Hasél cumplirá nueve meses de prisión, que pueden llegar casi a los dos años y medio si el cantante no liquida las multas económicas que también acarrea su sentencia, siendo el primer rapero encarcelado en Europa debido a las letras de sus canciones y sus expresiones en Twitter. Perseguir y privar de libertad a raperos, blogueros, tuiteros, por delitos de opinión y críticas a los poderes institucionales o por el contenido de sus canciones, es acallar la libertad de expresión, que todos tenemos de poder opinar y de ser disidentes. Pablo Hasél es un artista de letras mediocres que rezuma odio y que se puede considerar un antisistema, pero defiendo su derecho a decir lo que quiera. Con el tiempo, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo, emitirá sus dictámenes y posiblemente revocarán la condena, pero mientras tanto un ciudadano español habrá perdido su libertad por sus ideas…
En la libertad ideológica y artística, puede existir una cierta irreverencia, una trasgresión o provocación que forma parte de la libertad de expresión. La libertad de expresión debe ser la regla en un Estado democrático de Derecho, nos debe permitir tener abierto el debate, considerar todas las alternativas y contrastar las diferentes opiniones. No basta con que cada ciudadano tenga un voto, también debe de tener cada uno su voz. Lo único que marca los límites de la libertad de expresión son los prejuicios y la intolerancia hacia el diferente. Ese Discurso del Odio, que supone todas esas conductas motivadas por el odio en razón a la raza, etnia, nacionalidad, creencias políticas y religiosas, orientación sexual o identidad de género, discapacidad, etc., que contribuyen a avivar el odio y la intolerancia, constituyendo una incitación a la violencia.
¿ Está justificado que el Estado intervenga para limitar la libertad de expresión? Si para algunos lo más importante es la libertad de expresión, para otros es la dignidad de la personas. El único discurso que se debería prohibir en una sociedad democrática es el destinado a propagar la intolerancia. Todo lo demás, debería ser permitido, Aunque, muchas veces, la Justicia considera los delitos de injurias a la Corona y los supuestos enaltecimientos al terrorismo, como discurso del odio. Lo que puede llevar a justificar graves límites a la libertad de expresión. La libertad de expresión y la promoción de los discursos de odio los separa una delgada línea basada en la responsabilidad de las personas en lo que tienen que decir y cómo decirlo. Y, por otra parte en lo que se acepta como limite razonable de la libertad de expresión. Unos buscan escudarse tras el discurso de libertad de expresión para rechazar regulaciones y otros piensan que la libertad de expresión no es derecho absoluto. La duda está en la mesa, que cada uno decida si Pablo Hasél es inocente o culpable…