Una creación artística se hace para transmitir ideas, sentimientos, vivencias…, pero sobre todo tiene que ser libre. Cuando se hace una creación artística siempre nace con la incertidumbre de dónde y en qué momento se convierte en lo que se denomina: arte. Pero, sobre todo es necesario, que exista un público, que será el que disfrute, critique, o simplemente lo rechace, lo compre o lo ignore. Habrá muchas personas que no considerarán el rap como arte, que lo consideran vacío de contenido poético, otros lo consideran poesía urbana, social, reivindicativa o simplemente para despertar emociones en su público. Estamos viviendo una nueva cultura, desde el funk hasta el rap; en la danza desde popping, uprocking o el break dance; en las artes visuales a través de los murales y los graffitis; y, en internet a través de Youtube e Instagram. A lo mejor no son las expresiones que gusten a todo el mundo, pero tienen su publico y por lo tanto, deben tener nuestro respeto. Que una creación artística guste o no guste, no significa que no sea arte, cada uno es libre para decidir, como el artista para crear.
El rapero mallorquín Valtonyc, fue condenado por la Audiencia Nacional a tres años y seis meses de prisión por sus canciones, por delitos de enaltecimiento del terrorismo, apoyo a organizaciones terroristas como el Grapo y ETA; injurias y calumnias a la Corona. Estamos hablando de libertad de expresión, de creación artística, en un lenguaje del rap que es extremo y provocador. Valtonyc ha decidido fugarse o como dicen algunos «exiliarse» a Bélgica, para poder evitar la pena de prisión. El debate surge en torno a lo que es libertad de expresión y lo que deja de serlo.
Es absurdo que en países democráticos existan una forma diferente de ver las cosas, por ejemplo Bélgica respecto a España, en relación a la libertad de expresión y a la forma de valorar un supuesto delito desde el punto de vista jurídico. Valtonyc tendrá que esperar a que lo que diga el Tribunal Europeo de Estrasburgo, donde le pueden absolver, poder volver a su casa y el Estado español tendría que indemnizarlo. Hacer rap no es ningún delito, todos los ciudadanos deberían poder escoger su forma de expresarse libremente, aunque algunos consideren que puede ser diferente a sus ideas e incluso vulgar e inapropiado. En eso se basa la libertad de expresión, en que nadie sea silenciado por sus ideas, aunque sean diferentes. Porque sino, vendrán otros raperos con sus canciones y también la justicia dictaminará su empresonamiento o tendrán que huir de España. Y, esa no es la solución en un país democrático, para salvaguardar la libertad de expresión.
Hemos de saber distinguir lo que es de mal gusto de lo que es delito. Nos tenemos que acostumbrar a escuchar, a leer y a ver cosas que nos parecen desagradables, que no nos gustan, que nos pueden molestar, que puedan ser incorrectos según nuestra forma de ver y todo ello no implica que se esté cometiendo un delito. La libertad de expresión supone que uno diga lo que quiera, aunque ello cause dolor y genere daño hacia ciertas personas.
No es un problema que deba resolver la Justicia, tiene que ver con la educación y el respeto, sin que ello sea un limite para la libertad de expresión. Las polémicas en redes sociales no debería acabar en un juzgado. Ni en creer que una opinión o una canción poco agradable, según algunos, sea necesariamente un delito de odio.
Estar amparado por la libertad de expresión es importante, aunque también estaría bien, que todo el mundo pensara un poco, antes de causar dolor a los demás. Son esos dilemas, donde es muy difícil llegar a un acuerdo, pero ante la duda: libertad de expresión.