La tormenta perfecta de una crisis.

El suceso que narra la película » La Tormenta Perfecta » fue una conjunción de fenómenos atmosféricos que causó una situación meteorológica de naturaleza inusual causando un desastre totalmente imprevisible. Ni incluso los meteorólogos suelen emplear el concepto de «tormenta perfecta», solo los medios de comunicación lo utilizan cuando hay una ciclogénesis explosiva, que es un fenómeno meteorológico con efectos destructivos. Aún así, creo que podría ser una buena definición para esta crisis del Covid-19.

Todo comenzó con la elección de José María Aznar del Partido Popular, como presidente del gobierno en 1996, donde se iniciaron una agenda de reformas basadas en el auge de las finanzas, los gigantes energéticos, la construcción y el turismo; un acceso generalizado a la vivienda en propiedad, lo que supuso un crecimiento de la economía; la reducción del paro y la privatización de recursos esenciales. Era 2003, el último año de la presidencia de José María Aznar, se había creado una red de clientelismo, sobre todo gracias a la construcción, donde comenzó la corrupción política, gracias a los contratos públicos y a los créditos de las cajas de ahorro, por ejemplo Caja Madrid. 

Contra todo pronóstico el PSOE ganó las elecciones en marzo de 2004 y José Luis Rodríguez Zapatero se encontró con una economía en periodo expansivo, pero el modelo de crecimiento económico se agotó en su segunda legislatura, en 2007 comenzó una recesión económica a la que Zapatero no supo enfrentarse, no reconoció la crisis hasta el verano del 2008, aumentó el paro, el cierre de empresas, bajó el crecimiento, más déficit, la deuda disparada, la prima de riesgo española rozaba los 400 puntos básicos y a las puertas de un rescate financiero. España estaba dentro de la crisis financiera de 2008, debido al colapso de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos y la crisis de las hipotecas subprime.

Con el triunfo de Mariano Rajoy, del Partido Popular en diciembre de 2011, encontró un país en recesión económica y lo dejó creciendo cuatro años seguidos por encima del 3%, hizo un tijeretazo al gasto y subió los impuestos, subió el empleo a costa de la precariedad, se rescató a la Banca con un rescate de 100.000 millones de euros, aumentó y llegó a un récord histórico la deuda, se siguió privatizando, se hablaba de la recuperación económica basada en la desigualdad social y la corrupción política acabó en junio de 2018 con una moción de censura y la dimisión de Mariano Rajoy. 

Lo que vino después, ya lo recordamos todos, Pedro Sánchez fue investido presidente del Gobierno en junio de ese año y volvió a ser investido presidente del Gobierno en enero de 2020, en un gobierno en coalición entre el PSOE y Unidas Podemos y el 14 de marzo se encontró con la obligación de declarar la alerta sanitaria por culpa del coronavirus y encontrarse con la mayor crisis sanitaria y económica de nuestra democracia. Se ha producido a lo largo de estos años el escenario perfecto para una tormenta perfecta, un país donde se ha recortado en sanidad, en educación, en dependencia, en todo lo relacionado con lo público y lo social. Donde durante décadas solo se ha pensado en el tijereretazo, en la privatización y la subcontratación, donde la escasez de personal y medios han dado como resultado que sectores como la sanidad pública y las residencias de ancianos no estuvieran preparados para afrontar ni esta, ni ninguna pandemia. 

España se ha convertido en un país de camareros y en una gran Empresa de Trabajo Temporal (ETT), donde se ha ido reforzando cada día la deficiencia sistémica en lo público  y que solo ha preocupado hacer un agotado proyecto de país, en el que todo se basa en recortar recursos y capacidades del Estado. Donde la crisis la pagamos sus ciudadanos, donde cada día hay más desigualdad, donde la destrucción de empleo y la precariedad es la única medida real, donde se vende en los medios de comunicación que el crecimiento de la economía española ha sido superior al de la zona euro.

Un país en el que a fecha del 7 de mayo, la tasa de infección de los sanitarios ha sido del 16,3 %, 35.548 sanitarios contagiados de un total de 217.543 casos positivos, que se han visto obligados a ejercer sus funciones sin medios, improvisando, reutilizando y utilizando equipos de protección caseros. Pero, eso si, con el aplauso de los ciudadanos cada tarde. Un país en el que un porcentaje desmesurado de fallecidos, ha sido de personas mayores en residencias públicas, concertadas o privadas, por falta de medios. Un país sin camas de UVI , sin respiradores, sin mascarillas, sin guantes, sin suficiente personal sanitario… Donde se ha querido convertir en héroes a las víctimas de un proyecto neoliberal del Partido Popular, que también han apoyado los respectivos gobiernos del PSOE. Esta es la España que queremos, tenemos y a la que votamos… 

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