Existe un tipo de falsa mala conciencia en muchas personas cuando llega la Navidad, tanto a nivel personal como conciencia colectiva, que lleva a un malestar con sentimiento de culpa cuando llegan estas fiestas. Existe la necesidad de pensar, sentir y hacer algo diferente a lo que se hace el resto del año. Lo podemos definir como la hipocresía de la Navidad: los días más felices del año, símbolo de paz, momento de encuentro, tiempo para compartir, amor, felicidad, regalos… Parece que nos sentimos bien cuando tenemos buena conciencia y mal cuando tenemos mala conciencia. Hacemos de la Navidad una época que la relacionamos cuando éramos niños, hacemos de la familia, de la amistad y de la solidaridad cosas importantes para nosotros. Todo en la sociedad y en nuestra cultura no hace sentir la importancia de nuestra conciencia personal, cambiando nuestros pensamientos, deseos y acciones hacia los demás.
Quizás Navidad debería ser todo el año y dejar estas fechas tan apreciadas como excepción. ¿Qué nos pasa cuando no sentimos la necesidad y el vínculo con la familia, con la amistad, durante el resto del año? ¿Por qué no somos solidarios? ¿Por qué somos tan egoístas? La Navidad no debería cambiar nuestros pensamientos, deseos y acciones. Por eso, tantas personas sienten esa falsa mala conciencia y están convencidas de que es suficiente con ser bueno en Navidad. Si el espíritu navideño perdurara todo el año, no sería necesaria la Navidad como fechas de buenas sintonías, expectativas y exigencias.
La conciencia de hacer el bien a todo el mundo y en todo momento, no se puede estrechar a unas pocas fechas. Si tenemos la certeza de que no lo hacemos en el resto del año, ni sentimos la necesidad de hacerlo, es una muestra de nuestra falsedad, hipocresía y egoísmo. Incluso los habrá que pensarán que son buenos cristianos por colaborar con un banco de alimentos, dar una limosna o hacer una buena obra en Navidad. No podemos querer ser buenos con unos y simultáneamente excluir a otros durante todo el año. No somos seres programados para amar unas determinadas fechas y el resto de días del año seamos seres insustanciales: ni buenos ni malos o simplemente canallas.
La falsa Navidad es pura hipocresía social y una necesidad creada por el capitalismo para consumir, para hacer regalos. Sobran las comilonas, cuando comemos todo el año y es un agravio a todas esas personas que tienen que hacer las colas del hambre para llevar alimentos a sus casas. No hace falta alumbrar las calles con miles de bombillas de colores, aunque sean led, cuando miles de personas no tienen dinero para poner en marcha sus aparatos de calefacción. La ilusión de Papá Noel y de los Reyes Magos no puede ser para unos pocos niños y niñas, que son los que durante todo el año tienen de todo. Y, que siempre se olviden de los mismos, los más pobres. La Navidad es injusta con los que menos tienen. ¿Dónde está el espíritu cristiano de la Navidad?
Otra mala conciencia esta Navidad, es nuestra diferencia de percibir la pandemia y sus riesgos entre los diferentes componentes de las reuniones familiares. Los hay lo que no han querido reunirse para evitar riesgos, los que han decidido reunirse y han tomado sus precauciones con test de antígenos, no mezclar burbujas sociales, mantener la distancia social, la aireación o el uso de la mascarilla. Pero, después aparece esa mala conciencia de que todo esto frene la relación entre las personas, la sociabilidad, el cariño. En definitiva, las ganas de exteriorizar unos sentimientos de alegría con los demás.
¿Debo olvidarme de la pandemia, después de las campanadas? ¿Tengo que besar a esas personas que quiero? O por el contrario tengo que anteponer la seguridad al riesgo. A lo mejor es verdad, que la pandemia nos convierte en seres más antisociales, pero nuestra responsabilidad es la de no contagiar, ni ser contagiados.
Es mi forma de verlo, quizás estoy equivocado. Pero, nadie de los que me rodean en cualquier reunión navideña, deberían necesitar una reacción afectuosa por mi parte, primero porque ya me conocen y después porque ya he tenido numerosas ocasiones para demostrarles mi cariño. Seamos responsables, aunque sea Navidad…