El perdón es uno de esos conceptos que son parte del sentido común pero que significan cosas diferentes. Desde el punto de vista de un psicólogo perdonar es liberarse del pasado y de las afrentas recibidas, desde el punto de vista de un sacerdote católico es el sacramento que te da el perdón de los pecados y te reconcilia con Dios, para un filósofo marca la reintegración en la comunidad moral. El perdón implica que existe un compromiso real para cambiar, tiene que haber la intención firme de no volver a cometer los mismos fallos, porque sino no hay verdadero arrepentimiento.
Pedir perdón es una virtud política, un acto para rehacer los vínculos y ganar credibilidad. No es acto de debilidad ni una derrota, es un acto de dignidad, porque supone reconocer el mal que se ha causado y, al mismo tiempo, tener el coraje de admitirlo y decirlo a los ofendidos. Pedir perdón exige decir “no lo volveré a hacer”, y poner los medios para que no vuelva a suceder. No podemos aceptar un perdón como si fuera un amigo o un familiar, porque hay unos deberes, unas promesas a cumplir en política. Hay que remediar el daño causado, corregir la conducta, devolver el dinero y si procede dimitir.
Hoy martes el presidente del Gobierno Rajoy ha aprovechado la primera pregunta de control al Gobierno en el Senado,sobre pobreza infantil, para leer un breve comunicado en el que dijo: «Lamento profundamente la situación creada. En nombre del PP, quiero pedir disculpas a todos los españoles por haber situado en puestos de los que no eran dignos a quienes en apariencia han abusado de ellos». No era una comparecencia sobre la corrupción,algo que piden tanto el PSOE como Izquierda Plural, tampoco era una rendición de cuentas, fue una autoacusación de corrupción («Excusatio non petita, accusatio manifesta») y unas disculpas que no son suficientes.
La corrupción es un problema nacional,una amenaza que socava la legitimidad de las instituciones públicas, atenta contra la sociedad, el orden y la justicia.Hay que exigir responsabilidades políticas, no basta con la petición de disculpas por la corrupción generalizada sino afrontar el problema con medidas concretas contra esta lacra.
Para eso necesitamos más transparencia en los partidos políticos, en la política en general,tener un marco jurídico e institucional para prevenir la corrupción, una justicia rápida y eficaz en la identificación y condena de los corruptos.Y, la devolución al Tesoro Público de las cantidades defraudadas. Si no peleamos para acabar con la corrupción, acabaremos formando parte de ella.¡Soluciones,ya. No se puede esperar más!