Siento vergüenza e indignación de un país, en el que la desprotección de los inmigrantes es la norma. Donde les añadimos lo de irregular, ilegal o sin papeles. Términos negativos, que nunca se deberían aplicar a unos ciudadanos, por ser discriminatorio y ofensivo. Los migrantes tienen derecho de asilo y el mismo derecho que cualquiera, a ser ciudadanos de esta sociedad y todos los demás tenemos el deber de defender ese derecho con todos los recursos que sean necesarios. La mayoría de los migrantes en situación irregular en Europa han perdido su estatus como resultado de la explotación, la desinformación y los retrasos administrativos, no por haber cometido ningún delito. Cada vez son negados en mayor medida los derechos de las personas migrantes en procedimientos relativos a la migración, un país que es incapaz de proteger a los seres humanos.
El Estado está olvidando de tratar como personas a los migrantes, de cuidarlos, protegerlos, ampararlos y potenciarlos como ciudadanos y ciudadanas. Cuando los llamamos migrantes irregulares, ilegales o sin papeles estamos negando su dignidad y sus derechos fundamentales. Aparte de ignorar una realidad de mujeres, hombres, niños, ancianos o familias que huyen de sus países para encontrar algo mejor. Y, que los convertimos en blanco del
desprecio y de la indiferencia. No hemos sido capaces como sociedad, de hacer prácticamente nada por ellos, por eso les pido perdón. La desprotección de los migrantes irregulares en España, solo reclama justicia y reparación.
Mientras los partidos de la derecha y ultraderecha, fomentan las sospechas y las desconfianzas hacia quienes simplemente parecen extranjeros sin dinero, porque no es solo xenofobia o delitos motivados por el odio, es aporofobia: rechazo a los pobres. Según el derecho internacional, toda persona tiene derecho a salir de un
país, incluido el suyo. Y, quienes llegan a una frontera, deben contar con derechos y tener cubiertas sus necesidades más perentorias. Sin embargo, las personas que entran irregularmente en España, viven o mejor dicho malviven, en un limbo, sin posibilidad de regularizar su situación. Personas que subsisten gracias a las ONG, se ganan la vida en el mercado de trabajo irregular y son víctimas de muchos casos de abusos.
La mayoría viven en asentamientos irregulares o infraviviendas, los empresarios los «contratan» porque saben que están en la más absoluta desprotección, por mucho tiempo que pase casi nunca consiguen el arraigo social. Ayer, por la noche se declaró un incendio en una nave industrial de Badalona (Barcelona) donde malvivían como okupas más de un centenar de personas, en su mayoría inmigrantes subsaharianos. Pero, esta nave industrial utilizada como infravivienda, no es más que un ejemplo de otras muchas, alrededor de la geografía española. Donde las autoridades miran hacia otro lado cuando toca dignificar las condiciones de vida de los migrantes: condiciones de dignidad, de limpieza, de medidas sanitarias y de pobreza energética. Han muerto dos personas y 17 heridos, que pueden ser más, hasta que acaben las labores de desescombro de la nave. Pero, lo más grave es que esto se acepte con normalidad, como si los migrantes no fueran personas.