Un engaño es una afirmación que se hace conscientemente de que no es verdad y hay engaños que se transmiten como una tradición como es la de los Reyes Magos. Hoy la Iglesia Católica celebra el día de la Epifanía, conmemorando la visita de unos sabios en el nacimiento de Jesús. Pero, no hay ninguna certeza de que fueran ni tres, ni reyes, ni magos, ni que hubiera un rey negro. A lo largo de los siglos se ha ido completando esta tradición de Melchor, Gaspar y Baltasar, una fecha en que los padres decidieron convertirse en Reyes Magos y dar momentos de felicidad a sus hijos, aunque sin descubrir su verdadera identidad. Las mentiras, aunque tradiciones, siguen siendo mentiras.
Desde niños nos dicen que mentir es feo, que hay que decir siempre la verdad. Pero, a medida que vamos creciendo nos vamos convirtiendo en unos expertos en mentiras: porque ni existen los Reyes Magos, ni Papá Noel, ni el ratoncito Pérez, ni la cigüeña, ni siquiera existe Dios. Total que entre engaños y mentiras nos hemos hecho mayores, algunos siendo felices y otros un poco menos. Que entre todos y todas, seguimos perpetuando esas mentiras con nuestros descendientes, sin saber muy bien el por qué. Pero, lo seguimos haciendo, parece que a los mayores nos cuesta menos mentir que plasmar la realidad. Nos hemos acostumbrado a camuflar la honestidad con imaginación y fantasía, que no dejan de ser mentiras.
Lo natural en las personas debería ser decir la verdad, aunque quizás es verdad, que si dijéramos siempre la verdad en todas las situaciones, a todas las personas, sería aún más difícil la convivencia. No estamos preparados para la verdad y entonces nos acostumbramos a mentir, sean mentiras que tienen justificación o no. A lo mejor las fantasías de Papá Noel y los Reyes Magos no cuentan como un engaño, pero tampoco es la mejor verdad acostumbrarles a caer en el feroz consumismo. Puede que las mentiras de los padres se conviertan en una costumbre para los hijos. Debemos decirles a nuestros hijos la verdad, atendiendo a su edad y con un relato adaptado a sus particulares características. Nada es tan complejo para utilizar las mentiras, debemos educar con lo mismo que queremos recibir. Cada uno puede escoger lo que crea más conveniente, yo también engañe a mis hijos, pero creo sinceramente que me equivoqué…