Parece que la derecha y la ultraderecha están planteando un desafío al gobierno, un desafío a la democracia en pleno estado de alarma, con la estrategia de exigir libertad y la dimisión del gobierno de Pedro Sánchez. Todo el mundo tiene el derecho a expresar su opinión, a hacer una cacerolada, a emplear las redes sociales y los medios de comunicación afines para mostrar su disentimiento. La libertad es el valor principal de todas las opciones políticas como valor y principio, aunque no sea entendida de la misma forma por la izquierda y por la derecha.Y, eso es totalmente respetable. La derecha y la ultraderecha se envuelven siempre en una bandera española, para reclamar la libertad, que supuestamente les prohíbe la izquierda, en este caso el gobierno de coalición del PSOE y Unidas Podemos.
La idea de libertad para el pensamiento liberal, desde el conservadurismo, el clericalismo y la intolerancia supone la defensa de la esfera privada, defienden ciertas libertades individuales, la libertad económica, la libre competencia, la propiedad privada, la libertad religiosa, la libertad educativa, el derecho a la vida… Mientras para la izquierda pluripartidista, laica y tolerante, busca los valores de igualdad, la defensa de lo público, el estado del bienestar y los derechos de las minorías. La libertad debería ser para todos igual, pero casi siempre las posiciones de la derecha y la izquierda son aparentemente contradictorias, incluso olvidando entre ellas algo tan fundamental como es la tolerancia.
La derecha siempre ha sido una gran especialista en hacer campañas, en plantear cuestiones como un desafío al gobierno, en buscar temas recurrentes para aglutinar a sus correligionarios, basta con recordar: el divorcio, la despenalización de ciertos supuestos del aborto, la prevención del embarazo, la eutanasia, la educación concertada, la asignatura de religión, los matrimonios homosexuales… Incluso, la recogida de firmas que se hizo en 2006 contra el Estatut de Catalunya. Siempre sus verdades, las han convertido en ataques a la libertad, siempre les ha costado aceptar la opinión general y han querido imponer su visión particular de la libertad.
Ahora, la derecha reclama libertad, de nuevo envueltos en banderas de España, porque con la excusa de un virus se les ha prohibido salir de casa, abrir los comercios y los bares, trabajar e ir al colegio libremente o poder desplazarnos donde queramos… El gobierno no ha restringido nuestra libertad, nadie nos está quitando la libertad de expresión, en todo caso se ha perdido la libertad de circulación para preservar nuestra salud y nuestras vidas. A nadie se le criminaliza ni por sus ideas, ni por sus opiniones, ni por llevar una bandera española, pero quizás la gente que tiene la necesidad de exigir ahora libertad, no entienden que están incumpliendo las medidas preventivas del estado de alarma, por saltarse el confinamiento. Se les olvida a estos «españoles» que vivimos en un Estado de Derecho y que sin ley no hay libertad. Vivimos en una democracia y hemos de aceptar las reglas de convivencia que nos marcamos, hemos de tener en cuenta los intereses de la salud por encima de los económicos, porque eso ha sido votado y aceptado por mayoría en el Congreso de los Diputados, que es el órgano constitucional que representa al pueblo español. Es tan sencillo como aceptar la democracia o estar en contra, aunque naturalmente, todo el mundo tiene la libertad de expresión para discrepar, pero no para desobedecer las leyes.
El desafío de la derecha no es solo para reclamar libertad, aprovechan para pedir la dimisión del gobierno, poniendo siempre en duda su legitimidad, su mala gestión de la crisis sanitaria, el apoyo de comunistas, proetarras, chavistas, bolivarianos y golpistas según ellos. Parece que algunos militantes de la derecha, les cuesta aceptar que el Gobierno de España ha sido elegido democráticamente, y que su legitimidad está fuera de toda duda y que lo será hasta que los españoles decidan lo contrario en las urnas. Es el gobierno de todos los españoles, poner la sospecha sobre esto es dudar de la propia existencia de nuestro Estado de Derecho, no estamos hablando de un dictadura impuesta por la fuerza, como fue la dictadura franquista y de la que tantos se enorgullecen y que quizás durante casi cuarenta años, nunca sintieron la necesidad de reclamar libertad.
Andrés, no toda la gente de derechas venera ni se enorgullece de Franco ni de su dictadura, ni es monárquica …etc., si nos seguimos moviendo en blanco y negro seguiremos en blanco y negro …la bandera no representa a la derecha …la legitimidad del gobierno actual nadie la cuestiona, nadie que no sea radical y piense en blanco y negro …la pregunta es si se diera el caso de que ganará la otra opción con ese concepto que tu tienes de la derecha…se reconocería y respetaría…renovar un poco el pensamiento no estamos en la postguerra ni en la transición…o nos alejamos de los estereotipos que ya no existen a no ser que los resucitemos y en eso la izquierda lleva ventaja o este país no avanzará …rojos y azules, buenos y malos…ya aburre y además genera odios, ¿no crees Andrés?…,i padre era comunista y mis abuelos fueron perdedores en la guerra civil, uno muerto en el frente y otro encarcelado después de condenado a muerte y amnistiado…por si me cuelgas una etiqueta como hacen todos los blanquinegros adoctrinados como rojos o azules…tu análisis de lo que es la derecha o la izquierda es el cancer de esta sociedad…no es cierto, ni lo uno ni lo otro…Un saludo.
Cuando se habla de un hecho social, de un comportamiento o de una persona la generalización nunca es válida, siempre hay que tener en cuenta factores como el contexto, la diversidad e incluso la ética. Es verdad que en cada generalización, aunque pueda parecer similar, los factores, las personas y las circunstancias siempre son diferentes, siempre se basan en juicios y prejuicios, muchas veces erróneos. «Todas las generalizaciones son peligrosas, incluida ésta» decía el escritor francés Alejandro Dumas, hijo.
Cuando escribes opiniones personales, muchas veces corres el peligro, de equivocarte o de no ser capaz de saber expresar tus ideas para que los demás sean capaces de entenderte. Yo no pretendo dar respuestas a las necesidades, problemas o situaciones que surgen en la sociedad, simplemente doy mi opinión, supongo que la mayoría de veces equivocada, pero es la mía y por supuesto siempre dispuesto a modificarla, si hay argumentos para ello.
Dudo mucho que sea ético generalizar y mucho menos poner etiquetas, cosa que intento, aunque no sé si lo consigo. Tanto una cosa coma la otra, nos conlleva a importantes limitaciones de la verdad. Demasiadas ocasiones, con facilidad nos atrevemos a definir a los demás, a decir cómo son, cómo piensan y cómo actúan. Caemos en la frivolidad y en la emisión de juicios, lo que muchas veces hacemos desde cierta superioridad mal entendida. Queremos reflexionar sobre aspectos que nos inquietan, nos hacemos preguntas, queremos comprender ciertos comportamientos y nos atrevemos a dar opiniones, que muchas veces van cambiando a medida que las situaciones se desarrollan, con la reflexión o con el paso del tiempo.
El pensamiento crítico nos coloca en esa estrecha frontera de opinar, rozando la especulación, generando preguntas y respuestas que son partidistas y no siempre acertadas. Partiendo siempre de una realidad cambiante, compleja, divergente y que se ve diferente en función de quién la viva, la observe o la interprete. A mi me gusta partir siempre de una cierta equidistancia, de buscar la autocrítica, de creer en el dialogo, en el respeto y la convivencia. Desde la equidistancia huir de radicalismos, de extremismos, de patriotismos y nacionalismos de cualquier signo.
Personalmente considero que muchas pautas de la gente, son fruto del cabreo, de la impotencia, del cansancio, de una falta y comprensión de la realidad, o incluso de la manipulación. Cada uno, ve las cosas desde perspectivas diferentes, desde comprensiones distintas y tan respetables como las mías. Todo el mundo tiene derecho a la libertad de expresión, a dar y expresar su opinión, como yo la tengo también. Todos somos subjetivos, la verdad es algo diferente, según lo vea una u otra persona, no puedo establecer unos criterios de verdad y asegurar la corrección permanente de mis opiniones. Pero, creo que estas manifestaciones patrióticas de la derecha, envueltas en banderas de España, se saltan las recomendaciones sanitarias que nos ponen en riesgo a todos, además de vulnerar la Ley y de albergar, algunos de ellos, muy pocos principios democráticos.