Hay que saber perder en política.

Tan importante en la democracia es votar, como admitir los resultados, tan importante es ganar como saber perder en política y en la vida en general. Cuando ganar es lo único importante para un político y no se plantea que también puede perder, cuando se quiere ganar como sea, cuando se pierde y se descalifica al ganador, cuando se desliza sospechas, es que no se entiende muy bien el juego democrático. Perder es también aceptar que un partido no alcance la mayoría y deba pactar con otros partidos, y que en nuestro sistema parlamentario todas las combinaciones son igualmente legítimas. No vale todo en política, porque los ciudadanos cuando votan no son los que se equivocan, son los políticos los que no aceptan los resultados.

Quizás es que los políticos en general no saben perder, que los fracasos electorales siempre los quieren disfrazar de éxito y el triunfo de los demás siempre lo descalifican. Además, se une la falta de costumbre y hacer el esfuerzo de dialogar. Hemos de aceptar que el bipartidismo se ha acabado y que es necesario el pacto para poder gobernar. Porque muchas veces, vencer no es convencer, pero no basta con triunfar sobre el adversario ni atacar a los que han obtenido más votos y convertirlos en enemigos. 

Antes de conseguir los votos necesarios para la investidura de Pedro Sánchez como presidente del gobierno, los partidos de derecha y ultraderecha, con el ruido de sables, de sotanas, de togas y de prensa han tramado todo lo necesario para que no saliera. Una derecha que no duda en utilizar todos los procedimientos para lograr sus propósitos, Desde el ruido de sables del general Fulgencio Coll, que fue jefe del Ejército de Tierra entre 2008 y 2012 y actualmente es portavoz de Vox en el Ayuntamiento de Palma, que apuntó que Pedro Sánchez, es “un problema para la seguridad nacional” y por eso considera que “los poderes del Estado”, sin especificar cuales, “no deben permitir” que Sánchez “ponga impunemente en peligro la legitimidad institucional del Estado”. La patética postura de ponerse de espaldas, de Adolfo Suárez Illana, diputado del PP, cuando hablaron los diputados de EH Bildu, en las dos sesiones de investidura. 

Los comentarios del europarlamentario de Vox Hermann Tertsch, quien indicó días antes de la investidura que las fuerzas que apoyan a Pedro Sánchez “se esfuerzan por hacer inevitable la aplicación del Articulo 8, para que las Fuerzas Armadas interrumpan un obvio proceso golpista de voladura de España como nación». La portavoz del Grupo Popular en el Congreso,Cayetana Álvarez de Toledo, llamando a la movilización del constitucionalismo en el Parlamento y en la calle. La portavoz del partido Ciudadanos, Inés Arrimadas, intentando que algún tránsfuga impidiera la investidura de Pedro Sánchez. Lo del diputado Tomás Guitarte de Teruel Existe, protegido por la Seguridad del Estado por mantener su voto afirmativo. Y, todo con el acompañamiento de la caverna mediática, en todos sus medios de comunicación y en las redes sociales, para crear un ambiente crispado y dejar dudas de la posible legalidad y legitimidad de dicha investidura. Quizás alguno mira con nostalgia y simpatía los métodos antidemocráticos del pasado…   

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