El cotilleo es ese deseo innato e inútil, que tenemos de querer saber la vida de los demás. Las relaciones de nuestros amigos, vecinos, compañeros y familiares, que ha derivado en conocer las relaciones y secretos de los que son famosos, muchas veces por vender su vida a las televisiones o revistas del corazón. Parece que el cotilleo es una forma de distracción, basada en asuntos estúpidos que nos hace más idiotas y nos mantiene «alejados» de otros temas más importantes. El cotilleo, el chismorreo, la rumorología y la maledicencia, son capaces de ocupar las horas de mayor audiencia en las televisiones, vender miles de revistas y llenar las redes sociales de comentarios. Porque todos tenemos algo de cotillas, parece que sentimos curiosidad por los asuntos que van más allá de nuestras vidas. Es como una necesidad perniciosa de conocer la intimidad de los otros: qué hacen, qué piensan, qué relaciones tienen, etc.
Los medios de comunicación han encontrado en el cotilleo, una forma de vender la vida de unos famosos, con sus revelaciones, comportamientos. acciones y fracasos. Que nos hace olvidar nuestra vida, nuestros problemas y los cambiamos por la reputación de unas personas vacías que nos cuentan lo bien que les va la vida o lo desgraciados que son. Llenando y olvidando nuestras vidas, fijándonos en la existencia de los demás, antes que en nuestros propios problemas. Donde solo buscamos sentirnos menos infelices y desear lo que tienen otros, donde lo único importante es criticar por criticar, y retozar en el lodo del morbo. El cotilleo es una forma de evadirse de nuestra realidad, una forma en que hay demasiados intereses políticos y económicos, para seguir enganchando a la gente, una forma de que se preocupen por lo evitable y se olviden de lo realmente necesario.
El cotilleo junto con los eventos deportivos, ha modificado los hábitos de consumo y los rating de las televisiones. Lo que deberían ser programas de relleno, se han convertido en los programas estrellas, superando con mucho, las cotas alcanzadas por los informativos, reportajes, cine y otros programas más trascendentales. Nos han cambiado la percepción de la realidad: nuestras necesidades y los cambios de nuestras vidas por el famoseo. Que nos convierte en personas menos informadas e involucradas con la realidad, con apatía hacia la política que afecta a nuestras vidas. Y, que lo cambiamos por el nacimiento del hijo o hija de un famoso, por una boda real, por una ruptura sentimental o el look de una influencer. Temáticas dispares entre sí, donde la llamada prensa rosa se dedica a informar y a idiotizar a millones de personas.
Un ejemplo es la entrevista de Meghan y Harry, los duques de Sussex, con la famosa presentadora estadounidense Oprah Winfrey de la CBS, en la que ambos detallaron sus razones para dejar la familia real británica, su romance e incluso sus problemas con el racismo. Me pregunto, ¿ cómo puede interesar tanto todo esto? Para ser récord de audiencia en Estados Unidos e Inglaterra y en muchos otros países; para desplazar en los medios de comunicación generalistas a otras noticias. Si Karl Marx dijo en 1844 que «la religión es el opio del pueblo y otros parafraseando dicha frase dijeron que era el fútbol, podemos afirmar que el verdadero opio del pueblo es el cotilleo. Para suerte de muchos dirigentes y políticos, que estarán muy satisfechos…