El prefijo «anti» significa opuesto, modifica la raíz de una palabra, señalando oposición o contradicción, el antitodo como argumento es la contradicción de algo que se quiere demostrar o probar. El antitodo no es patrimonio de unos o de otros, lo emplean todos, es la capacidad de negar, de persuadir a los demás de que están equivocados, de que nuestro argumento es más coherente que el de los demás. Pero, lo peor es que se convierte en una manera de enfrentamiento, de no aceptar ni réplicas, ni refutaciones. Son multitud las palabras a las que nos hemos acostumbrado: antiabortista, antidroga, antisistema, antiviolencia, antitaurino, antifeminismo, anticomunismo, antifascista…
Lo importante de respetar opiniones es que sean diferentes a las tuyas, incluso contrarias, por eso sería tan importante evitar el antitodo, llevar la contraria por sistema. La grandeza de la libertad de expresión y de opinión es poder pensar diferente, aunque muchas veces lo que escuchas está fuera de toda lógica y de toda voluntad de comprensión que pueda demostrar una persona razonable. Es importante tener asertividad: aprender a comunicarnos, expresar pensamientos y sentimientos respetando los pensamientos y creencias de otras personas, a la vez que defender los propios. Pero, algunas veces resulta imposible aceptar que los demás nos dirijan, nos impongan y tomen decisiones por nosotros en contra de nuestros derechos.
La nueva propuesta de la ultraderecha, tiene que ver con el término antisindicalismo, la creación de un sindicato «que proteja a los trabajadores y que esté al servicio de los españoles y no de los partidos». La creación de dicho sindicato «Falange 2.0», que «no se arrodillará ante los poderosos», que será «sufragado por sus afiliados». que «solo responderá ante los trabajadores», que «no se alimentará» de estos ni estará «al servicio de la izquierda» o «rendido ante intereses globalistas». Estamos en un regreso al franquismo, donde parece que lo único que pretende la ultraderecha, es un partido único y un sindicato vertical, que ejercieron una función instrumental en la implantación y consolidación de la dictadura franquista. Donde se ataca y se desprestigia a las organizaciones sindicales de izquierdas como máxima expresión de la movilización obrera en defensa de la lucha de clases y de sus derechos civiles y políticos.
La extrema derecha pretende implantar un nuevo Sindicato Vertical, sumiso con los intereses de la extrema derecha y de los intereses económicos del Capital, solo falta la creación de las nuevas leyes del nuevo Fuero del Trabajo de 1938, en la que se definieron los principios de la política social, económica y laboral del régimen franquista. Donde el objetivo de este Sindicato Vertical sea la armonía entre trabajadores y empresarios, al servicio del Estado y de los empresarios. Todo esto en contra de unos sindicatos horizontales, que se basan en la representación de los trabajadores y que han luchado por la reivindicación de sus derechos.
Ahora, está en manos de los sindicatos llamados mayoritarios, CCOO, UGT , CSI-F, demostrar su función sindical en defensa del nivel de precarización del empleo y la defensa de los derechos de los trabajadores y trabajadoras, demostrando que son capaces de conseguir algo más que paz social. Porque si no se espabilan, la propuesta de un nuevo sindicato por parte de la ultraderecha, puede fructificar y lo que es peor, pueden tener afiliados y representación en las empresas. Lo que ayudará a su desarrollo social y político de la ultraderecha en nuestra sociedad. El peligro, lo tenemos así de cerca, ahora solo falta la reacción…
Al igual que los partidos tradicionales, están compitiendo en el aspecto político con la extrema derecha, que ha conseguido su representación en el Congreso, Senado, Gobiernos autonómicos y ayuntamientos. Y, lo que es peor, han marcado las directrices políticas al resto de partidos. Un nuevo Sindicato Vertical, también puede cambiar el sindicalismo en España.
Las centrales sindicales contribuyeron desde 1977, a hacer viable la Transición y a consolidar la democracia en España, pero poco a poco, han perdido cuotas de afiliados, capacidad de convocatoria y
de credibilidad en su representación y en sus logros. Los sindicatos no han servido para mejorar las condiciones de los trabajadores ni para reducir las altas tasas de desempleo. El fracaso estrepitoso de los sindicatos, es por una cuestión organizativa pero también por una sociedad desestructurada e inmadura que padecemos.
Los sindicatos han fracasado, y los partidos no le van a la zaga, entre ambos han conseguido un desaliento generalizado y un desapego hacia las instituciones y las centrales sindicales que deben canalizar sus reivindicaciones. Donde la Patronal, Sindicatos y Gobierno no alcanzan acuerdos que satisfagan a ambas partes, donde no se deroga la Reforma Laboral, etc. Si todo esto, lo sabe aprovechar la extrema derecha, habrán conseguido un nuevo triunfo social.