Amnistía al procés.

La amnistía al procés se ha convertido en el asunto con más intenso debate jurídico y político en España, entre partidarios y detractores, y parte esencial en la posible investidura de Pedro Sánchez. La amnistía supone querer cerrar una etapa para abrir otra nueva, la única opción para marchar hacia adelante, un intento de olvidar una etapa que se quiere superar. La amnistía de 1977 fue una ley de punto y final para olvidar y reparar situaciones de grave quiebra en nuestra convivencia, la amnistía al procés se puede considerar una medida legítima para poner un punto y final al conflicto político con Catalunya. Una manera de olvidar penalmente, aunque políticamente siga presente, restaurando el diálogo y permitiendo abrir nuevas alternativas de futuro. Desconozco si es constitucional olvidar el procés y dejar de reconocer que fue una ruptura del orden democrático. Pero, sí es una forma de acabar con una judicialización de la política, con quienes son considerados “enemigos de Estado”. Los indultos del Gobierno de España a los condenados por el procés fue una medida para restablecer la convivencia y la concordia. La amnistía puede servir para volver al punto de inicio.

Los independentistas no reconocen la ilegitimidad de sus actuaciones y repiten que están dispuestos a volver a hacerlo. El Estado reaccionó frente al movimiento antidemocrático que intentó fracturar nuestra democracia con el peso de la ley: aplicación del 155 y juicio a los implicados en el procés. Faltó diálogo y una lista de errores cometidos en los años inmediatamente anteriores al inicio del procés, por ambas partes, entre Gobierno de España y Generalitat, hasta que el conflicto se enquistó y no se encontró una solución satisfactoria. Tal vez es el momento de hacer tabla rasa, de olvidar por ambas partes, sin vencedores y vencidos, buscando respuestas a los problemas que no supieron encontrar soluciones antes. Merece la pena intentarlo, aunque para unos significó la victoria del Estado de Derecho y para otros el empecinamiento de asegurar a los suyos que la independencia estaba a punto de alcanzarse, con la proclamación de la república catalana.

A lo mejor la amnistía del procés, no sirve para nada. Y, los independentistas siguen apostando por el referéndum y siguen dispuestos a continuar con sus ambiciones soberanistas. A lo mejor solo sirve para formar un gobierno de Pedro Sánchez bloqueado por los votos independentistas. A lo mejor todo es ruido y ambición de Pedro Sánchez, quizás debería añadirme a la lista de traidores a la causa catalana, pero sigo pensando que hace falta intentar otro camino: olvidando y comenzando de nuevo, haciendo tabla rasa de todos los agravios por ambas partes. El problema de la amnistía del procés, es justificar su constitucionalidad. Si se puede perdonar con el indulto, ¿ por qué no se puede olvidar con la amnistía?  La sociedad tiene la obligación de poder olvidar, de superar etapas, de reparar las injusticias y si vuelven al «ho tornarem a fer», de nuevo el peso del Estado caerá sobre ellos. Merece la pena intentarlo y encontrar una fórmula que repare tanto agravio acumulado.

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