Diálogo con verificación internacional.

Que dos partidos políticos, como PSOE y Junts, tengan que forzar un diálogo con verificación internacional en Suiza es algo paradójico. PSOE y Junts han tenido este sábado la primera reunión, a las que se comprometieron en el acuerdo firmado por ambos partidos el pasado 9 de noviembre, para «la consecución de acuerdos, y dadas las profundas discrepancias» a dotarse de un mecanismo de verificación internacional, para «acompañar, verificar y realizar seguimiento de todo el proceso de negociación y de los acuerdos entre ambas formaciones a los que se llegue». Una manera inusual, diferente de hablar, de buscar acuerdos y de hacer política. Porque lo lógico sería reunirse los dos partidos en un despacho del Congreso de los Diputados, incluso también con Puigdemont a través del plasma y después ofrecer sendas comparecencias ante la prensa. Lo cual significaría que sería una negociación con claridad, sin esconderse de nadie, a la vista de todos y con testigos. Pero, han preferido buscar un país como Suiza y un mediador internacional como el diplomático salvadoreño Francisco Galindo para verificar el diálogo entre Psoe y Junts.

El Gobierno de España negocia con Junts y tiene que dar a conocer su acuerdo, pero como decía Antonio Maura, Presidente del Consejo de Ministros de España, en cinco periodos alternos entre 1903 y 1922, durante el reinado de Alfonso XIII: «Yo, para gobernar, no necesito más que luz y taquígrafos«. Las decisiones de gobierno tienen que salir de las sesiones parlamentarias y no de reuniones opacas para dar continuidad al acuerdo que propició la investidura del presidente Pedro Sánchez firmado en Bruselas. Si Pedro Sánchez ha apostado por la amnistía, debe construir su propio relato sobre la base de los valores e ideas que quiera transmitir en el debate público. Si no es capaz de transmitir, de comunicar, de seducir, de convencer, de la necesidad de la amnistía será ganado por la política de la emociones de la derecha. Porque nadie se engañe, una parte importante de los españoles no está de acuerdo con la amnistía. Si falla la transparencia y falla el relato, lo tiene todo perdido. Mientras, la derecha controla el mensaje y convence. El relato consiste en decirle a la gente que el vaso está medio lleno o medio vacío, que una cosa es buena o es mala. Un relato amplificado por los grandes medios de comunicación en manos de la derecha.

No es la primera vez que hay dificultades para el diálogo en política en España, muchas veces existe un intercambio de mensajes a través de intermediarios y mensajeros pese a la falta de acuerdos iniciales. Ni es la primera vez que se busca un mediador, a partir de septiembre de 1995, el premio nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, actuó como mediador, trayendo y llevando mensajes para concretar una reunión con ETA. Porque cuando era imposible una reunión entre el Gobierno de España y ETA, se fraguaron reuniones fuera de España, tanto con el mandato del PP como del PSOE. Los populares mantuvieron una política contraria a negociar con ETA, aunque al declararse la tregua de septiembre de 1998, José María Aznar mostró su disposición a reunirse con la organización terrorista. El PSOE se reunió en Argel en 1990, representantes enviados a Santo Domingo, hubo llamadas telefónicas entre representantes del Gobierno y ETA, todo sirvió para además del combate policial y el apoyo ciudadano llegara el 20 de octubre de 2011 ETA el anuncio del “cese definitivo” de su actividad terrorista. Un comunicado que terminaba con 43 años de violencia y que fue el resultado de diez años de encuentros y conversaciones. ¿Entonces por qué tanto ruido por la reuniones con Junts? Si se habló con terroristas, ¿ no se puede haber diálogo con los nacionalistas catalanes?

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