Abusos sexuales.

Todo comportamiento sexual impuesto contra la voluntad del individuo, sin su consentimiento, por medio de intimidación, amenaza, coacción, haciendo valer una situación de superioridad o violencia, ataca su derecho a la libertad sexual y por tanto a su libertad. Los abusos sexuales sean con o sin contacto corporal son un atentado a la libertad de la persona, que se realizan tanto en las esferas públicas de la sociedad como en las privadas de la familia a todos, pero especialmente a mujeres, niñas, niños y adolescentes. Siempre protegidos por un paternalismo con sesgo machista, una justicia laxa con los culpables y una falta de reconocimiento de derechos a las víctimas.

A pesar de que a lo largo del tiempo, se ha ganado en los conceptos de libertad e igualdad, aún estamos lejos de alcanzarlos y que nos lo garanticen a todos y a todas. Sobre todo cuando sufrimos abuso de poder, tolerancia ante ciertas formas de agresión o simplemente la falta de conocimiento sobre la repercusión y sus consecuencias. Todo esto nos puede llevar a marcarnos en nuestra vida adulta, dependiendo del tipo y prolongación en el tiempo del abuso, la personalidad o el apoyo social y familiar, unas manifestaciones relacionales, conductuales y psicológicas por culpa de esos abusos.

En el abuso y acoso sexual hay actrices, cantantes, celebridades y personas desconocidas que no se atreven a denunciar por miedo, que han sufrido perversiones y abusos por parte de compañeros, de jefes, de familiares y también de religiosos. Ahora es el momento en que se han decidido a denunciar, después de muchos años de silencio y sufrimiento. No son personas que deseen beneficiarse del escándalo son víctimas que buscan resarcirse del daño que les hicieron, personas que buscan justicia.

No importa la lista de depredadores sexuales famosos como Harvey Weinstein, Roman Polanski, Michael Jackson, James Toback o Woody Allen que han salido a la luz gracias al movimiento #Me Too en Estados Unidos. Importa que salgan los nombres de todos esos agresores de niños, niñas, adolescentes que cobijados por una sotana, por la enseñanza de una fe religiosa han abusado y han destrozado la vida de tantas personas con total impunidad. La jerarquía de la Iglesia católica se reúne durante tres días para abordar la lacra de los abusos a menores por parte de religiosos, tienen la oportunidad de reafirmar su autoridad moral y su credibilidad ética…

Esta entrada tiene 2 comentarios

  1. Andrés Marco Lou

    Los abusos sexuales de menores, cometidos por miembros del clero católico en Estados Unidos, Irlanda, Alemania, Holanda, Italia, Suiza, México, Chile, Australia, España… No es una campaña de descrédito, ni un ensañamiento contra la Iglesia Católica, ni siquiera un ataque contra la institución, es el dar a luz los miles de abusos sexuales contra niños y niñas, no denunciados, ni juzgados que convierten a los autores en criminales y a la Iglesia en encubridora.

    Está claro que los abusos sexuales se producen en otras instituciones como en escuelas y religiones no católicas, en trabajos y en otras circunstancias. Pero, la Iglesia Católica durante muchos años, incluso siglos, han tenido demasiada hipocresía y cinismo, con discursos vacíos y miradas hacia otro lado por parte de los obispos que han tenido la responsabilidad de denunciar a las autoridades civiles los abusos correspondientes, buscando la imposición del silencio a las víctimas.

    El «todos somos pecadores» por parte de la Iglesia Católica, parece que quiere exculpar a los culpables y darles encubrimiento, mientras que las víctimas son tachadas de mentirosas y de cierta culpabilidad. No se quiere analizar las razones reales del problema: el celibato, la continencia sexual, la represión de la homosexualidad, la discriminación de la mujer… A la Iglesia no le importa los derechos y garantías de las víctimas, solo dar impunidad a los curas pedófilos.

    Estamos hablando no solo de abusos, de pedofilia, estamos hablando de derechos humanos de las víctimas. De un ejercicio abusivo y arbitrario del poder por parte de una Iglesia que no ha permitido la reparación del daño. Porque no se puede dar preeminencia al pecado sobre el delito; ni la Iglesia debe ser la que juzga con derecho propio y exclusivo. No se puede admitir que un cura pecador se arrepienta, pida perdón y se le perdone la falta…

  2. Del papa Francisco y de la Iglesia se esperaba que no sólo condenara los abusos de sus clérigos, sino que hubiera medidas concretas, después de tres días en una cumbre histórica celebrada en el Vaticano ante 190 representantes. No basta con disminuir la importancia de los abusos sexuales dentro de la Iglesia, diciendo que la plaga de los abusos a niños «es universal y transversal», que «numerosos abusos se cometen en el ámbito familiar», ni escudarse en «las políticas periodísticas que a menudo instrumentalizan, por intereses varios, los mismos dramas vividos por los pequeños».

    No Francisco: la Iglesia no puede encubrir a los criminales, ni acusar a los demás, debe prevenir y controlar a sus integrantes, debe de tener medidas concretas y cambios en la legislación vaticana. Porque un pecado puede ser un delito canónico, pero también es un delito que pertenece a la ley penal. No se puede mezclar lo religioso y moral con el derecho, las víctimas necesitan justicia, no les basta con el perdón. Si se prueba la culpabilidad del abusador, debe ser expulsado del estado clerical y denunciado a las autoridades civiles para que se le juzgue…

    Además Francisco, deberías plantearte si como dices que: «El feminismo es machismo con faldas», que estás equiparando un movimiento social que busca la equiparación de derechos y libertades entre hombres y mujeres con un machismo prepotente dentro de la Iglesia que excluye a las mujeres y abusa sexualmente de niños y niñas. Nunca tuve demasiada confianza en un Papa progresista, ni que tuviera cabida dentro de una institución tan poco dúctil y que es cómplice del silencio e impunidad de esas prácticas asquerosas dentro de la Iglesia.

Deja una respuesta