Un torturador muerto, pero no juzgado.

Antes que desear la muerte de un asesino, torturador o violador, siempre prefiero que sea juzgado, no es una aspiración ingenua es simplemente la necesidad de creer en la Justicia. Quizás a veces la Justicia no sea perfecta, quizás no siempre tenga en cuenta todas las circunstancias y motivaciones que concurren en cada caso, quizás los jueces también se pueden equivocar, quizás los abogados y fiscales que intervengan no pueden ser los más idóneos, quizás las pruebas no son las más definitorias, quizás ninguna de las sentencias posibles satisfaga a todo el mundo. Pero todo el entramado de la justicia se mantiene porque hay personas que creemos en ella y porque sin Justicia y sin democracia no hay Estado de Derecho, que se define por la amplitud de los derechos que protege.

En España nos ha gustado engañarnos o mejor dicho, nos han querido vender una realidad fabricada, por no contarnos la verdadera verdad o mejor dicho hemos vivido en una gran mentira. Franco dio un golpe de Estado contra un régimen democrático, provocó una guerra y durante casi 40 años vivimos en una dictadura, aunque algunos hayan intentado legitimarla. Una dictadura en la que aún en 1970 había presos políticos y comunes realizando trabajos forzados, en que el 27 de septiembre de 1975 fueron ejecutadas por fusilamiento cinco personas, solo dos meses antes de morir, el dictador. Donde la tortura fue una constante en comisarias de policía y la conocida como la Brigada Político-Social, era la policía secreta que durante la dictadura se encargó de perseguir y reprimir a los movimientos de oposición del Franquismo.

Hoy ha muerto por coronavirus, uno de los torturadores más crueles en los últimos años del Franquismo y durante la Transición, el torturador franquista Juan Antonio González Pacheco, conocido como Billy el Niño, Que la Ley de Amnistía dio carpetazo a sus crímenes, como a otros muchos y reclamado por la justicia argentina, que desde 2014 estaba pidiendo su extradición para que declarará sobre 13 delitos de tortura entre 1971 y 1975, mientras el Estado español le condecoró en 1977 con la medalla al Mérito Policial. Un criminal que ha muerto sin ser juzgado por la Justicia española y con cuatro medallas que incrementaban su pensión en un cincuenta por ciento.

España olvidó a los perdedores de una guerra, a lo que lucharon, a los que fueron presos, a los represaliados, a los torturados, a los asesinados y olvidados en cunetas. Una historia contemporánea reciente, de personas excluidas, donde solo ha prevalecido las verdades oficiales de los vencedores. Y, que ni la Transición Española, ni la Ley de Amnistía de 1977, como borrón del olvido, supo arreglar. Hemos perdido la oportunidad de hacer justicia con las víctimas del torturador. La muerte ha impedido que le juzguen por sus torturas y lo que es peor, que algunos cuestionen los testimonios de sus víctimas y que piensen que «este país le debe la democracia». 

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  1. Lo peor de que exista un torturador, es que el sistema haya permitido que se den este tipo de situaciones en contra de los Derechos Humanos, primero como dictadura y segundo que como democracia se ignoraran en muchos casos, las denuncias presentadas por las víctimas. Billy el Niño hubiera tenido que morir detrás de las rejas y su muerte sin ser juzgado, es un error imperdonable de nuestra democracia española. Hay que conocer la verdad de todas estas personas que en nombre de la dictadura franquista, maltrataron y torturaron a sus víctimas.

    No podemos esperar de ellos que pidan disculpas, es el Estado el responsable de retirar sus honores y medallas, es el Estado el que debe facilitar que la Justicia enmiende todo el daño que han producido a sus víctimas. Sentir el peso de la Justicia es una forma de reparar una deuda histórica, porque nunca unos torturadores debieron ser los héroes que salvaron la patria de la amenaza comunista.

    Ya es hora de perder el miedo, de sacar a la luz, todo lo que se hizo para reprimir a muchos españoles y españolas, que eran del bando perdedor, que pensaban diferente o que luchaban en contra de la dictadura franquista y a favor de la democracia. El diputado de EH Bildu Jon Iñarritu solicitó el pasado 7 de enero a la Mesa del Congreso la hoja de servicios de Juan Antonio González Pacheco, conocido como Billy el Niño, mientras que PSOE, Unidas Podemos, PP, Ciudadanos y Vox vetaron en la Junta de Portavoces del Congreso la solicitud realizada. Más tarde, Podemos rectificó por su «error» y pidió perdón «a las víctimas de un torturador sin escrúpulos». Estamos hablando de hace solo cuatro meses, ahora ya es tarde.

    Yo creo en la Justicia, pero en virtud de una petición de extradición de una jueza de Argentina, país donde había sido denunciado Pacheco por crímenes de lesa humanidad por torturas sistemáticas, en España la Sección Segunda de la Sala de lo Penal denegó su extradición al considerar que los hechos habrían prescrito a los diez años de su comisión; rechazaron que los hechos investigados pudieran ser catalogados como delitos de lesa humanidad. Quizás muchos pensaron que el tiempo todo lo cura…

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