La sinrazón de la muerte de Samuel Luiz.

Existen dos denominaciones para calificar la muerte de una persona por otra: el homicidio y el asesinato. Pero, siempre la sinrazón, define el hecho de arrebatar la vida a una persona. Porque no hay justificación para matar a nadie. Los asesinatos no dejan de ser actos de gran agresividad, que tienen su raíz en la sensación del derecho sobre la vida de otra persona. Cometidos por la persistencia de patrones de intransigencia en nuestra sociedad, en la que unos se erigen a través de un comportamiento agresivo, en los jueces y parte de un acto criminal. Es difícil entender, que Samuel Luiz, un joven de 24 años haya sido asesinado de una forma grupal y violenta en A Coruña, en una acera a la salida de una discoteca el pasado fin de semana, supuestamente por un malentendido. Sin que nadie hiciera nada para evitar su muerte. La justicia decidirá si hubo un…

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Un torturador muerto, pero no juzgado.

Antes que desear la muerte de un asesino, torturador o violador, siempre prefiero que sea juzgado, no es una aspiración ingenua es simplemente la necesidad de creer en la Justicia. Quizás a veces la Justicia no sea perfecta, quizás no siempre tenga en cuenta todas las circunstancias y motivaciones que concurren en cada caso, quizás los jueces también se pueden equivocar, quizás los abogados y fiscales que intervengan no pueden ser los más idóneos, quizás las pruebas no son las más definitorias, quizás ninguna de las sentencias posibles satisfaga a todo el mundo. Pero todo el entramado de la justicia se mantiene porque hay personas que creemos en ella y porque sin Justicia y sin democracia no hay Estado de Derecho, que se define por la amplitud de los derechos que protege. En España nos ha gustado engañarnos o mejor dicho, nos han querido vender una realidad fabricada, por no contarnos la…

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La hipocresía social de la muerte.

Tradicionalmente hay una hipocresía social y religiosa en torno a la muerte, cuando hemos superado la preocupación social, por temas como: el divorcio, las relaciones prematrimoniales, la homosexualidad,... Hemos pasado de verlo como escándalo o incluso delito a contemplarlo con la mayor naturalidad. Cosa diferente es el tema de la muerte, ya sea natural, por accidente, por aborto o por eutanasia, nos convierte en más tradicionales, más conservadores, quizás en más miedosos, porque la muerte nos iguala a todos. La muerte parece que tiene una tendencia al pensamiento único, el que muere normalmente no se le estigmatiza, ni siquiera le critican y mucho menos le ignoran. Tenemos tendencia a que en el momento de morirse, por un cierto conservadurismo social y moral  siempre se habla bien del fallecido o fallecida, destacando sus dotes, sus obras y convirtiéndolo  por arte de birlibirloque de demonio en santo, de persona denostada a persona alabada. Ayer…

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El dolor como espectáculo vende.

El dolor como espectáculo vende. Lo decía en mi post "La información periodística": el periodismo se convierte en basura cuando los que lo hacen, se olvidan de la calidad, de la rigurosidad y de la ética. El crimen del niño Gabriel Cruz, como otros casos mediáticos anteriores de desapariciones o muertes, está generando un tratamiento informativo rozando el espectáculo, que no respeta el derecho de las victimas ni de los familiares. Cuando se informa de un suceso, el suceso es importante pero también el cómo se informa. En la guerra de audiencias de las televisiones y de otros medios de comunicación, deja ser importante la información estricta del suceso y se cae en la repetición, en la especulación y en el morbo. Cuando el tratamiento informativo, repite hasta la saciedad e intenta jugar con los sentimientos, deja de ser información y se convierte en espectáculo. Debería ser los datos sin más, exclusivamente…

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La muerte nos iguala a todos.

No me asusta la muerte, la muerte nos iguala a todos. Me doy cuenta de que estoy envejeciendo, camino de los 59 años, sin deterioro de la salud física ni mental, por lo menos de momento. Pasan los años quizás demasiado deprisa, se pierden ilusiones y se dejan de alcanzar demasiados sueños. Tomas conciencia de disfrutar de la vida de otra forma, en nuestra cultura occidental vives demasiados años pero te clasifican como viejo muy pronto, por lo menos laboralmente. Ser viejo no significa no valer para nada, porque no creo que la edad sea un óbice para hacer cosas provechosas ni que haya una determinada edad que te impida ser útil a la sociedad. Pero, comienzas a pensar antes que en la muerte que nos iguala a todos, en la jubilación, en los planes de pensiones que te sirvan para complementar la jubilación. Porque la jubilación, no es igual para todos. Nuestro Sistema…

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