Un modelo de libertad transversal.

No ha ganado la libertad, ha ganado un modelo de libertad transversal, que ha convencido tanto a los votantes conservadores como a los progresistas, ese ha sido el éxito de Isabel Díaz Ayuso y por tanto del PP. Lo que han votado la mayoría de los ciudadanos y ciudadanas de la Comunidad de Madrid, no es la libertad, es otra cosa. Se podrá estar de acuerdo o no con dicha concepción de libertad, pero ese es el resultado democrático. Ahora, toca la reflexión por parte de las fuerzas progresistas, de cambiar un discurso que no ha funcionado. Nadie tiene derecho a adueñarse de la libertad, como concepto general, pero sí a tener un modelo de lo que la gente cree que se puede y debe hacer. Se podrá estar en desacuerdo con dicho modelo de libertad, pero el Partido Popular ha obtenido más votos que Más Madrid, PSOE y Unidas Podemos. La ultraderecha ha conservado sus votantes y aumentado un escaño. Ciudadanos ha perdido su representación en la Asamblea y Más Madrid se convierte en la oposición del Partido Popular.

Hablemos de libertad: podemos exigirla y podemos tenerla, aunque nunca la tenemos del todo. Cuando la libertad se entiende como la posibilidad de actuar según la propia voluntad o las propias apetencias, sin que nadie te la restrinja. ¿Eso es libertad? Apelamos a la libertad cuando tenemos ausencia de algo, cuando no tenemos libertad de opinión, de expresión, de asociación, de religión, de elección, de manifestación, de movimiento, de educación… Pero ¿solo es eso?  La libertad, en sentido positivo, es libertad de elección. Pero, nunca somos libres de elegir cuando no conocemos las posibles consecuencias de aquello que elegimos. Tampoco elegimos libremente cuando nos dejamos llevar por el miedo, por los instintos, por las costumbres o simplemente por los caprichos. La libertad también es aceptar unas reglas, una regulación de lo que se puede y no se puede hacer. Libertad es responsabilidad, es decir, ser capaces de analizar lo que creemos que debemos hacer y considerar si de verdad debemos hacerlo o no. Ser responsables es darnos cuenta de la repercusión de nuestras acciones. Como decía Rousseau:  “la libertad de uno termina cuando comienza la libertad del otro”. Analizando, llegamos a la conclusión que sobre todo, a nadie le gusta que interfieran en su vida privada, que le digan lo que no puede y lo que debe de hacer.

Pero, para mí la libertad es tener una educación y una sanidad pública, unas prestaciones del Estado, un acceso igual para todo el mundo y según sus necesidades. Libertad es que cada uno pague sus impuestos según sus ingresos. Libertad es solidaridad. Libertad es aceptar ciertas restricciones individuales en favor de la mayoría social. Libertad es poder casarse o quien uno quiera y separarse. Libertad es igualdad. Libertad es poder abortar. Libertad es poder acabar tu vida: la eutanasia. Libertad es poder cambiar de sexo. Libertad es la comunidad LGTBI. Libertad es aceptar a los emigrantes y reconocerles sus derechos. Libertad es el feminismo. Libertad es tener un trabajo y una casa digna para vivir. Libertad es respetar la opinión de los demás. Libertad es no invisibilizar y demonizar a las minorías. Libertad es no despreciar a nadie. ¿Por qué hay enemigos de estas libertades? Acaso, todo esto ¿no es libertad?

Los dirigentes de cada país tienen que tomar decisiones sobre el grado de libertad que permiten a sus ciudadanos. El objetivo es maximizar la libertad de todos los ciudadanos y ciudadanas, a la vez que se garantiza el bienestar común y se evita las discriminaciones. El debate de la libertad está abierto, nadie habla de libertad, hablan de un cierto modelo de libertad, en el que hay siempre partidarios y detractores. La lucha por la libertad aún no está ganada. La derecha y la extrema derecha intentan patrimonializar el discurso de la libertad. Han sido capaces de hacerla su palabra fetiche, desvirtualizar su sentido, llevarla a su ideología y adueñarse de ella. En estas elecciones madrileñas, se planteó la falsa dicotomía planteada: «socialismo,comunismo o libertad». La izquierda cayó en la trampa y la «libertad» englobando a las fuerzas de derecha, ha ganado. La izquierda tiene que plantearse, si el problema es de libertad o del modelo que quieran votar los ciudadanos, porque este modelo lo han votado de una maner transversal, tanto votantes conservadores, como progresistas…

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