El solipsismo es la creencia de que «solamente yo existo». El solipsista no puede admitir la existencia de las otras personas porque son una ilusión, no puede asociar que puedan haber pensamientos, emociones y experiencias además de los suyos. Primero yo, después yo y por último yo, los demás no importan. El nacionalismo como ideología es el egocentrismo, el radicalismo, el poner a una determinada nación como el único referente identitario, el maniqueísmo de buenos y malos, el despertar de los impulsos más básicos e irracionales.
Los nacionalismos, fomentan el desprecio y el odio a los demás, suponen una quiebra de la convivencia. El solipsismo de los nacionalismos, no deja alternativas, ni dialogo, solo vale lo mio. Todos pretenden la solución al margen del resto. Pero, tampoco podemos negar que los nacionalismos han creado naciones actuales y no ha pasado absolutamente nada, que conviven y se respetan. Por eso, afirmar que los nacionalismos, son la causa de las grandes guerras de la historia, sería exagerado.
Para el nacionalismo español, solo es importante ser español mientras que para los independentistas catalanes lo es ser catalán, no hay términos medios. Todos caminan por unos caminos paralelos que nunca se tocarán.
Lo importante para unos es conseguir la independencia política y económica de España y para otros mantener la unidad patria, unos españolizando y otros sublimando lo catalán. Los nacionalismos intentan al igual que el flautista de Hamelín, obnubilar a la gente, hacerles creer en una narrativa basada en términos como la identidad, la cultura, el idioma, la bandera, la unidad o la independencia, según el caso y olvidarse muchas de la convivencia.
No soy nacionalista, creo en el Estado de Derecho, en la democracia, en el respeto a las mayorías y a las minorías, y también en el derecho a decidir. El derecho a decidir no se basa en el derecho de las naciones, sino en el de los ciudadanos, acabando definitivamente con un problema: el dar respuesta a los catalanes que no quieren continuar siendo españoles y que el derecho a decidir, sea un ejercicio de normalidad democrática, como es habitual en Suiza y en otros países democráticos, donde los ciudadanos de Catalunya, se pronuncien sobre si quieren ser independientes o no de España.