Cada 28 de junio se conmemora internacionalmente el Día del Orgullo LGTBI (lesbianas, gays, transexuales, bisexuales e intersexuales), para demandar igualdad de derechos, respeto a la libertad y a la diversidad sexual. Ahora, que la derecha es el adalid de la LGTBIfobia en España, hemos de movilizarnos y rechazar el recorte de derechos generalizado que trata de imponer una derecha rancia, misógina y retrógrada. Intentando invisibilizar a la mujeres y a los que tienen una diversidad sexual. Diciéndonos que es lo correcto o lo incorrecto moralmente, sobre su sexualidad, su reproducción o sobre el matrimonio igualitario. Donde la violencia machista, es una vez y otra negada por la extrema derecha. La extrema derecha crea el antifeminismo, para mantener la desigualdad entre mujeres y hombres, y la violencia existente hacia las mujeres y hacia todas que tengan diversidad sexual.
Si la derecha quiere atacar al orgullo LGTBI, no dejando colocar símbolos como pancartas y banderas en los ayuntamientos y otros edificios públicos. Nos queda la libertad a los ciudadanos y ciudadanas, de colgar la bandera en nuestros balcones, ventanas y también en nuestras redes sociales. La derecha se cree ética y moralmente con la potestad de imponer sus directrices, olvidándose de que en el Artículo 1.1 de la Constitución Española, España es un «Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político”, y también en el Artículo 9.2 dice que le “corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas; remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social”. ¿O acaso la derecha piensa que los miembros del colectivo LGTBI, no son ciudadanos de pleno derecho?
Los derechos fundamentales deben interpretarse en el sentido que sean más favorables a la dignidad de las personas, para que todos y todas puedan vivir de acuerdo a su sexualidad e identidad. La derecha no puede pretender cómo debe ser y cómo debe comportarse una persona a nivel afectivo y sexual. No pueden pretender «curar la homosexualidad», ni «normalizar» a las personas según unas normas sociales y religiosas que la derecha quiere imponer. Si no alzamos nuestras voces, si no somos capaces de movilizarnos, si no somos capaces de no votar a esa derecha del odio y de la violencia machista, perderemos la libertad, la democracia y el respeto a todas las diversas formas de amar en libertad. Corremos el riesgo de menospreciar la identidad de género y la orientación sexual de las personas, cayendo en la discriminación. El orgullo LGTBI es avanzar por una igualdad real en términos legales. Mientras que la extrema derecha niega la violencia machista, culpabiliza a la mujer del feminismo y de la baja natalidad. Sin olvidar la narrativa del discurso racista y el querer eliminar a todos los diferentes a ellos. ¿Es eso lo que queremos?