Lo innecesario y peligroso del 10-N.

Las elecciones del 28 de abril, los terceros comicios en menos de cuatro años, demostraron que el 75,75% de los españoles y españolas censados acudieron a votar y dijeron lo que querían. Parecía innecesario unas nuevas elecciones, el PSOE consiguió 123 escaños a diferencia de los 85 que obtuvo en 2016, el PP retrocedió, Ciudadanos duplicó sus escaños, Podemos perdió 10 y Vox logró entrar en el Congreso y en el Senado. ¿Para qué unas nuevas elecciones?

Decía el escritor José Saramago que: «La derrota tiene algo positivo, nunca es definitiva. En cambio la victoria tiene algo negativo, jamás es definitiva.» La repetición de elecciones y los resultados de esta noche del 10-N, nos demuestran que quizás no hay nada definitivo, pero que Vox, es decir la ultraderecha, ha conseguido 52 escaños, que más de tres millones y medio de españoles y españolas han votado por dicha opción y eso si que es definitivo. Y, eso es gracias al voto de quienes les han votado, pero también a la irresponsabilidad del resto de partidos para ponerse de acuerdo y no convocar unas nuevas elecciones. Culpabilidad del PSOE y Unidas Podemos, pero también insensatez por parte del Partido Popular y Ciudadanos de permitir el bloqueo.

La «derechita cobarde» ha ayudado a blanquear a la ultraderecha, desde las elecciones andaluzas del 2018, el 28-A y después en las elecciones autonómicas y municipales del 26-M, con las coaliciones entre PP, Ciudadanos y VOX para alcanzar el poder. Cada negociación y coalición con Vox, ha sido una forma de hacerles ganar votos y de perder el PP y Ciudadanos. Además, de blanquear sus ideas a favor de la soberanía española, en contra de las autonomías, a favor de la tenencia de armas, sus duras políticas en materia de migración, en contra de los colectivos feministas y LGBTI, el derecho a la vida y una visión muy particular de los cuarenta años de dictadura. Tanto el PP como Ciudadanos les han hecho la campaña a VOX, para conseguir los 52 escaños en la Cámara Baja.

Lo innecesario, lo superfluo de estas elecciones, de este 10-N , no es volver a votar, ni el gasto económico, ni el desgaste emocional de los españoles y españolas, es que no han servido para nada: el PSOE ha ganado las elecciones, pero ha perdido 3 escaños; el PP ha subido a 88, pero no ha llegado a los ansiados 100; Vox ha triunfado con sus 52; Unidas Podemos ha retrocedido de 42 a 35 y el descalabro de Ciudadanos de pasar de 57 a 10. Lo innecesario de una especie de segunda vuelta, no ha servido para nada. Si antes de las elecciones era difícil formar un gobierno, ahora quizás lo sea aún más. Solo queda la opción de que las fuerzas progresistas por miedo, se pongan de acuerdo en formar un gobierno y no permitir el progreso de la ultraderecha…

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  1. Andrés Marco Lou

    Los partidarios de Vox coreaban esta noche «a por ellos,oe, a por ellos», para celebrar que se han convertido en la tercera fuerza política en España, con sus 52 diputados. Un grito que inspiró a la selección española de fútbol en la Eurocopa de 2008 y que ahora se aplica contra los independentistas catalanes, cuando decenas de personas despedían a los miembros de la Guardia Civil que partían hacía Catalunya, en septiembre de 2017, con el «a por ellos».

    Me preocupa cuando escucho «a por ellos», porque creo que en ese «ellos», están también «ellas» las mujeres, feministas y no feministas. Que en ese «ellos» están todos los que no piensan igual que Vox. Y, también los inmigrantes, las personas lesbianas, gay, bisexuales, transgénero o intersexuales. Que ese «a por ellos» es un mensaje lleno de odio, que solo busca enfrentar, discriminar y perseguir a los que ellos consideran diferentes.

    Cuando oigo el «a por ellos» me gusta recordar el poema «Y por mi vinieron» del pastor protestante alemán Martin Niemöller, que otros atribuyen al dramaturgo y poeta alemán Bertolt Brecht.

    “Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista.
    Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
    guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata.
    Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
    no protesté, porque yo no era sindicalista.
    Cuando vinieron a buscar a los judíos,
    no pronuncié palabra, porque yo no era judío.
    Cuando finalmente vinieron a buscarme a mi,
    no había nadie más que pudiera protestar.”

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