Llorado de casa.

Independientemente de cómo te sientas y de lo que pienses, en la vida, en tu actividad profesional o en política, hay que venir llorado de casa. Independientemente de si tu actitud es pesimista, es decir que no esperas que las cosas mejoren u optimista, que estás convencido que las cosas mejorarán. Las cosas siempre mejorarán si haces lo que tienes que hacer, un presidente del Gobierno legitimo, no puede dejarse llevar por las emociones, sino por lo planes. Aunque es razonable que cualquier persona deba cuidar su salud mental y tener un tiempo de reflexión, pero en privado. La salud mental es un aspecto fundamental de nuestro bienestar general y juega un papel crucial en nuestra capacidad para llevar una vida plena y satisfactoria. Si Pedro Sánchez cree que su estado emocional, psicológico y social se ve afectado, y puede tener un impacto en su capacidad para llevar una vida feliz y una repercusión en su gestión política, debe dimitir.

Todo el mundo podemos tener altibajos. A veces nos dejamos cegar por lo negativo: “Si lloras por haber perdido el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas”. (Rabindranath Tagore). Esta claro que a todos nos pasan cosas malas, que nuestra capacidad de resiliencia nos permite avanzar, no pararnos nunca. Hay días distintos en los que el estado de ánimo no está en su mejor momento y eso es de humanos ¿no?. ¿Debe un presidente de Gobierno expresar sus emociones? Uno puede levantarse por la mañana de mal humor o con pensamientos negativos, pero sigue yendo al trabajo. Si la mayoría de personas hacemos lo que tenemos previsto hacer, no podemos aceptar que nuestro estado de ánimo, decida lo que se hace y lo que se deja de hacer. Cuando se tienen responsabilidades políticas hay que venir llorado de casa y no hay que quejarse de nada.

Pedro Sánchez debe estar dispuesto a aguantar lo que venga, hay que asumir que la gente tiene derecho a protestar, sean críticas legítimas o bulos. Nos guste o no, forma parte del empleo. Si no está dispuesto a aguantarlo o simplemente no puede más, debe dimitir. Muchas personas sufren el desánimo en la búsqueda de un empleo y no les sirve como excusa para no seguir intentándolo. Muchas personas tienen una enfermedad grave y siguen luchando. Cuántas veces nos planteamos lo que nos apetece y lo que no, pero sabemos lo que tenemos que hacer. Las excusas y la inacción basadas en malos momentos emocionales tienden a reproducirse con facilidad. A veces, sin hambre y sin sed, tan solo se trata de comer y beber. Pedro unos días estarás mejor que otros, pero la reflexión se hace en privado y para dimitir no hace falta escribir una carta dándote un período de cinco días de reflexión, simplemente se llega a una conclusión antes.

Siempre me acuerdo de mis padres; ellos nunca dejaron de hacer lo que tenían que hacer y de ir adonde tenían que ir. Pedro no te permitas la rendición, aún queda mucho por hacer. Mis padres, millones de personas y yo mismo, siempre salgo «llorado de casa”. Y, eso mismo es lo que lo que te pido como un ciudadano normal, “que vengas llorados de casa” y cumplas con tu trabajo. Ahora, vendrán muchos que te dirán «sigue, Pedro» unos por convicción, otros por miedo, otros por pensar que no hay recambio, otros simplemente por hacerte la pelota. Pero, la decisión la tienes tú, porque aunque dispongas de muchas excusas razonables y algunas emociones para justificar el abandono, no olvides que lo primero es la obligación.

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