Libertad y derecho de huelga.

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La Constitución Española, en su artículo 28, configura la huelga como uno de los derechos fundamentales en los que se asienta nuestro Estado social y democrático de derecho, el problema está en los límites y en la necesidad de respetar la libertad de los demás. Aunque, como decía Carlos Marx en El Capital: “ante derechos iguales y contrarios, decide la fuerza”. El derecho de huelga no sirve de nada sin piquetes, sin molestar, sin excesos y con la omisión de una acción o de un servicio.

Como es el caso de los taxistas en Barcelona, donde centenares de vehículos continúan bloqueando la Gran Vía de Barcelona como protesta por la nueva normativa que impulsa el Govern de la Generalitat, para regular los vehículos de alquiler con conductor (VTC), que establece que estos servicios deban contratarse con una antelación mínima de 15 minutos. Por su parte, los taxistas madrileños mantienen la convocatoria de huelga indefinida a partir del próximo lunes, 21 de enero.

El derecho de los taxistas a una huelga ha comportado secuestrar la vida de una ciudad, limitar la libertad de movilidad de los ciudadanos al no poder circular libremente y no poder hacer uso del servicio del taxi. Y, lo que es más grave, una violencia innecesaria contra los vehículos y conductores de VTC. Estamos contraponiendo un derecho contra otro derecho, el de la huelga contra el derecho a que el resto de ciudadanos no tengan menguada su libertad. En la historia del activismo obrero siempre han chocado el derecho de huelga con la libertad de trabajo y de movimiento.

Nos guste o no, las huelgas siempre han significado los grandes cambios, las mejoras y algunas veces también la pérdida de derechos de los trabajadores. La resistencia obrera a través de la huelga, es la única forma de luchar y resistir contra los gobiernos y las patronales, la única forma de no ser explotados. En una época de tiempos de derechos por parte de todos los colectivos, nos hemos de acostumbrar a un derecho que está en crisis como es la huelga, aunque esto nos implique un pequeño desorden en nuestra vida normal. La regulación, cuando su ejercicio tiene repercusiones sobre el resto de la sociedad, es un tema que siempre se debería plantear, pero si no es posible, siempre nos queda la solidaridad,una palabra olvidada para muchos…

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