Libertad para qué? Libertad para ser libres.

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En 1920 Fernando de los Ríos, en su entrevista con Lenin en Moscú, le preguntó el líder soviético: “¿Libertad para qué?”, a lo que respondió el diputado socialista: “Libertad para ser libres”.Ahora, el nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, dando su apoyo en la convención nacional del PP, condena a las dictaduras de Latinoamérica, atribuyendo a que algunos países no han votado bien y lo han pagado «muy caro», sosteniendo que : «Lo importante de unas elecciones no es que haya libertad en esas elecciones sino votar bien». Parece que a ciertas personas, autodenominadas liberales, no les acaba de convencer la democracia, porque la democracia es el gobierno de las mayorías respetando a las minorías.

El voto es la expresión de la voluntad de un individuo y la democracia es la expresión colectiva de la sociedad. Por ello, hablar de la voluntad del pueblo es hablar de la voluntad individual y no se entiende de ninguna manera, lo que es «votar bien». Porque si se entiende «votar bien», como votar a los que defienden ciertos intereses, no es necesario que existan demasiados partidos, ni siquiera que exista democracia.

Es cierto, que el voto de las personas puede ser manipulable, pero no se puede desmerecer la importancia de dicho voto y la libertad individual de votar a quien se quiera. Votar es expresar nuestra voluntad y eso es un derecho fundamental de los seres humanos, porque votar es nuestra capacidad de poder cambiar las cosas. Que nadie se olvide que el poder lo tienen gracias a nosotros y que los que lo pretendan, será también gracias a nuestro voto. Por eso, hay que respetar el hecho de que somos diferentes, que tenemos intereses muchas veces contrapuestos y que todos no tenemos la misma ideología. Pero, esto no significa que unos acierten y otros se equivoquen y que el voto de unos sea mejor que el de otros.

El valor del voto es una expresión de respeto mutuo entre los ciudadanos que integran la sociedad. La sociedad debe lograr cambiar gracias al voto de los ciudadanos y son ellos los únicos que deben decidir el futuro. Porque solo hay dos opciones: democracia o dictadura. Libertad o no tenerla. Lo importante es tener la libertad para que un ciudadano vote a la derecha con sus políticas liberales, por su apuesta por el mercado, por el individuo,  por lo privado. Pero, también es respetable un voto de izquierda, creer en un Estado laico y aconfesional, luchar contra la desigualdad y la búsqueda de la justicia social; la igualdad de la mujer, los derechos del colectivo LGTBI, la integración de los extranjeros y una economía que no cree tantas desigualdades. Parece que la única prioridad social es la económica, desde una perspectiva liberal, y esto ha provocado la pérdida de identidad de la izquierda. Por eso,  algunos valoran solo el «votar bien».

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