Nuestra sociedad dista mucho de ser la que queremos, nos hemos olvidado de defender la libertad o quizás simplemente nos han arrebatado la libertad. Resulta paradójico, que algunos, que nunca creyeron en la libertad se dedican, ahora a reclamarla y a patrimonializarla para sus intereses, donde reclaman la libertad por encima de la salud y donde no piensan, que sin salud es imposible la libertad. Realmente no somos libres, porque aunque, el sueño más deseado por el ser humano es acceder a una libertad sin límites, defender una libertad absoluta, eso es una quimera. Nos otorgamos un lenguaje, unos valores y unas leyes, que determinan nuestros propios impulsos y deseos, y que hacen posible la convivencia.
Nos han vendido la idea de que somos personas libres, pero la sociedad nos establece unas reglas. Como aducía el filósofo francés Jean Baudrillard, nuestra libertad está limitada a elegir entre beber Pepsi o Coca-Cola. No reparamos en la libertad, la damos por asumida, la pérdida de libertad no sólo la sufren quienes están tras la rejas, sino que la padecemos todos los ciudadanos. Son los poderes económicos y políticos, los que nos dicen lo que podemos creer y lo que tenemos que hacer. El ser libres se usa como una utopía, dentro de un sistema que promueve todo lo contrario, porque el dinero y el capitalismo restringen la libertad de las personas. A lo mejor parece un pensamiento demasiado marxista, pero el capitalismo atrapa a las personas en querer comprar cosas que no necesitan, en crearles necesidades que nos convierten en esclavos del sistema. A través de la publicidad, el marketing, los medios de comunicación, las redes sociales, los partidos políticos nos intentan captar, atraer, retener y fidelizar, para hacernos menos libres.
Nos quieren convencer que la libertad es solamente un valor político o económico, nos dicen que no hay libertad sin mover la economía, mientras nos quieren hacer olvidar la defensa de nuestros derechos y libertades, que los vemos confiscados poco a poco. Solo quedan los adeptos y convencidos del sistema o los nihilistas con su incredulidad y escepticismo, frente a los valores dominantes. Donde, poco a poco, se crea una anomia en la sociedad, donde muchos no se sienten identificados con los esquemas y las instituciones de esta sociedad. Es dentro de ese cabreo, de esa apatía, de esa indignación, donde la frivolidad de la extrema derecha tiende sus redes. Esta crisis sanitaria y económica, cambiará muchas cosas en esta sociedad, pero solo defender la libertad de cada uno de nosotros, nos hará libres. Dejen de hablar tanto de libertad, de no patrimonializar algo que es de todos, de no manipular y de mentir sobre la libertad…