Hoy 12 de octubre, la Fiesta Nacional de España, se ha convertido en una costumbre la falta de respeto al presidente del Gobierno de España, en el desfile de las Fuerzas Armadas en el madrileño Paseo de la Castellana. Nadie quiere censurar la libertad de expresión de los asistentes, pero la voz de unos cuantos ciudadanos muy marcados ideológicamente, no representan la opinión de un país.
Los pitos, el injuriar o pedir la dimisión de Pedro Sánchez en la Fiesta Nacional de España, en un desfile militar, es una falta de respeto al orden institucional. Porque, sino se respetan las instituciones que nos representan y que son la garantía de nuestra democracia, nos estamos dejando de respetar a nosotros mismos. El que unos cientos de personas utilicen el Día Nacional de España, la presencia del Jefe de Estado, la cúpula de mandos militares, los presidentes autonómicos, la presencia del gobierno y el despliegue mediático, no sirve para mostrar su descontento sino para dañar, menospreciar y ridiculizar a las instituciones y por tanto a la democracia.
El Gobierno de España y su presidente del Gobierno, han sido escogidos democráticamente. Por lo tanto, no sirve el argumento de la extrema derecha de tacharlo como «ilegítimo e inmoral«. Porque ganaron las elecciones y luego fueron votados por mayoría simple en el Congreso de los Diputados. Estamos hablando de intransigencia de unas personas que no aceptan la opinión de la mayoría. Unas personas que piensan que solo son válidos los votos de los españoles que votan a sus ideas. Están negando la posibilidad de pensar y votar diferente. Quieren destruir a un gobierno, incapacitar a sus dirigentes, aunque hayan sido capaces de negociar apoyos para gobernar. Además, de recriminarles que gobiernan con la colaboración de Bildu o ERC.
Denuncian que este Gobierno de coalición PSOE-UP, es un gobierno de comunistas, que quieren destruir la unidad de España, les molesta que haya personas que piensen diferente, que voten diferente y que gracias al voto de vascos, o catalanes, consigan seguir gobernando. Que se supone dentro de la cacareada unidad de España, que también son españoles. El hablar de gobierno ilegítimo, el no respetar las Instituciones y al presidente del Gobierno, es cuestionar directamente la democracia. El concepto que tienen estas formaciones de lo que es España es muy peculiar y peligroso para la democracia. España está configurada gracias a la Constitución como un estado plural, los que no aceptan el mandato constitucional, están muy lejos de llamarse demócratas. La falta de respeto, les señala…
Cuando Pablo Casado le dice a Pedro Sánchez, hoy en la sesión de control al Gobierno: «Señor Sánchez, ayer oyó lo que dice la calle de usted». ¡Hablemos de ello! Haciendo referencia a los insultos que recibió durante el desfile del Día Nacional de España. Lo dice como si se hubiera realizado un plebiscito en toda España y todo el mundo tuviera la misma opinión. Los plebiscitos hay que ganarlos en las urnas y de momento, Pedro Sánchez es el presidente de Gobierno de España. La voz de la calle, como forma de libertad de expresión es respetable y tiene que ser defendida. Pero, tiene muy poca importancia los insultos y los pitos de unos cuantos, si lo comparamos con la decisión de la mayoría.
Los insultos, los pitos y el clásico «dimisión», se han convertido en una costumbre, a la que Pedro Sánchez ha tenido que enfrentarse en años previos a la pandemia. Mientras, el rey, fue ampliamente aplaudido por los asistentes. Quizás esas personas, no entienden que merece el mismo respeto el Jefe del Estado que el presidente del Gobierno como instituciones del Estado. Con la diferencia añadida, de que a Pedro Sánchez se le ha elegido democráticamente. No Señor Casado, no es la voz de la calle, son las voces de unos cuantos, amplificadas sus protestas e insultos por la caverna mediática y ciertos partidos políticos.
Hay que respetar a las Instituciones, si somos españoles y demócratas, aunque no te guste la persona que ejerce el cargo. Gracias a la democracia, tenemos la opción de votar y cambiar a las personas, pero siempre respetando el orden constitucional. Ciertos partidos constitucionales utilizan a diestro y siniestro el populismo, no respetando la decisión de las urnas, como arma arrojadiza contra la democracia, junto a unos medios de comunicación que se convierten en cómplices. Los que se pavonean de su españolismo y de la Constitución, hacen lo mismo que ciertos sectores independentistas que muestran su indignación y reivindicaciones frente al Estado español no respetando a las instituciones.