La vacuna no importa que sea rusa.

Lo importante de una vacuna es que funcione, que sea 100% segura, que esté testeada, que la Organización Mundial de la Salud (OMS) y que la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) la certifiquen. Lo menos importante es si la vacuna está fabricada por Pfizer/BioNtech, Moderna, Oxford/AstraZeneca o por un laboratorio ruso. Podemos achacarles falta de transparencia, que no hay nada sobre esa vacuna publicado en ninguna revista científica. Pero, no se puede descartar una vacuna por comunista, porque el comunismo como ideología estatal dejó de existir desde 1986. Hoy Rusia es un país capitalista, supuestamente democrático, con un gobierno autoritario, que ya no es la potencia científica de antaño, con menos recursos que Estados Unidos o la Unión Europea, sin la capacidad de inversión que pueda tener China. Pero, si se descarta la vacuna rusa, debe ser porque se demuestre que no es segura, que no se ha probado en suficientes personas, pero, no por otros motivos.

La vacuna de la farmacéutica Pfizer confirmó un 90% de eficacia, desde Rusia anunciaron que con las dos dosis de la vacuna Sputnik V, alcanzaban un 92% de efectividad, en las primeras pruebas de la fase tres. Con esos datos, si realmente son ciertos, nadie puede descartar a la vacuna rusa para detener la propagación del coronavirus. La vacuna se ha probado ya en 16 países, que han podido arrancar sus procesos de inmunización gracias a la vacuna rusa. En los próximos meses, llegarán nuevas vacunas como la de Johnson & Johnson, Novavax o CureVac y una larga lista de laboratorios, pero no podemos despreciar vacunas de otros países como la china Sinopharm o la cubana Soberana 02, en caso de superar con éxito los ensayos clínicos.

El virus no entiende de fronteras, pero por desgracia si que entiende de dinero. Las farmacéuticas se han anticipado a vender vacunas a los países ricos, incluso comprando más dosis de las necesarias. pero se han olvidado de los países pobres. No es razonable comprar más vacunas de las que necesitas, ni querer vacunar el 70 o el 80 % de la población antes que otros no pueden vacunar a nadie.  No quieren entender que si no hay un reparto equitativo, no puede haber una solución global ni a nivel sanitario ni económico. Bienvenidas las vacunas rusas, chinas, cubanas o de cualquier otro país si pueden ayudar a más millones de personas…

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